"Toro" Quevedo, ícono que se nutrió del orgullo de su madre

Que la voz de Jorge "El Toro" Quevedo entró en la historia de la música popular en Córdoba no es ninguna novedad, a sus casi 25 años como solista.

Tampoco lo es que su registro melódico o su tono grave y poderoso se hayan instalado en la memoria colectiva de los bailarines cordobeses que en interminables noches de cuarteto se dejaron envolver en un baile frenético y divertido, pero también por un espacio para enamorarse.

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La canción romántica con aires pop, la selección de los lentos y el show de grandes bandas lucieron históricamente algunas voces que tocaron la fibra íntima de muchos corazones. La voz del "Toro" es una de ellas.

Como tantos al iniciar, "El Toro" Quevedo no siempre vivió de la música, aunque siempre vivió por y para ella.

Fue un poco de todo en su Río Cuarto natal: cadete en bicicleta, basquetbolista escolar, maratonista por gusto y arquero en los picaditos del barrio. Hasta que un día, apasionado del puesto, se fue a probar a las inferiores de Estudiantes de Río Cuarto.

"Más o menos andaba al arco. Andaba bien. Me probé en Estudiantes y quedé. Atajé en la quinta un par de veces", destacó en diálogo con Cadena 3.

Hizo sus primeras percusiones con las ollas de la abuela en el patio de su casa. Ruidoso e inquieto, copaba la parada en las reuniones familiares y jamás le tuvo miedo a los escenarios.

Siendo un incipiente cantante de tangos ilustró la programación de Radio Ranquel e integró una agrupación llamada "Los Laras", donde hizo las veces de locutor.

Y recordó sus inicios: "Fui a un programa en ATC, canté dos o tres temas. Mi vieja del otro lado lloraba. Recordaba cuando tenía 7 años, que armabas las ollas en el patio de la casa de mi abuela y me hacía callar. Verme triunfar fue uno de los mejores conceptos que me dio artísticamente mi vieja".

Verme triunfar fue de lo mejor que me dio mi vieja

Muy joven se vino a la capital a trabajar y como empleado del Banco Provincia de Córdoba un amigo le comento que Fernando Bladys estaba por dejar Chébere.

No dudó en conseguir el teléfono del "Negro" Videla y con el "Pato" Lugones de testigo, fue convocado a una prueba en la misma casa del Negro. Sin conocer demasiado del mundo cuarteto, tarareó a capela algunas frases del Turco Julio y gustó tanto que a los poquitos días se incorporó a la banda para dejar una huella imborrable entre 1987 y 1996.

“Le hice la propuesta en el bar Sirocco y fuimos al a casa del Negro Videla, donde tomábamos las pruebas a los cantantes”, rememoró Lugones, al tiempo que “El Negro” Videla apuntó: “cantaba canciones con el piano y me maravilló. Un timbre de voz único, mucha personalidad. Lo probamos en el Estadio del Centro y un capo”.

Don Pío Cándido Quevedo y de doña Norma Bernarda Salinas, que sigue siendo la mujer de sus sueños más profundos, la misma que lo llamaba a merendar cuando caía la tarde… Lo vio triunfar a lo grande cuando iniciaba la noche.

Porque unas de las conquistas más codiciadas y felices que puede vivir un hijo es hacer orgullosa a su mamá.

"El Toro" pudo verla emocionada cuando en la cresta de la ola pisó el imperio montado en la magnificencia de Chébere de los 90.

No pude contener el llanto la primera vez que mis padres me vieron en vivo

En ese sentido, recordó la primera vez que lo vieron cantar, oportunidad en que le ganó la emoción y no pudo contener el llanto. A sus padres les pasó lo mismo.

Luego tuvo un paso fugaz por "Marejada" con el brasileño Rubinho. Se lanzó finalmente como solista y a punto de cumplir 25 años en esa condición se le animó literalmente a todo y dio la talla en grandes desafíos, como homenajear con versiones inolvidables al gran Nino Bravo.

"El Toro" Quevedo siempre es materia dispuesta para celebrar la música popular. Su voz se lució en Congreso Internacional de la Lengua Española frente al Pabellón Argentina, en Ciudad Universitaria junto a históricos artistas del género

Estuvo aquella inolvidable noche de reapertura del Teatro del Libertador San Martín, tras estar catorce meses cerrado.

El Toro Quevedo, en su época de arquero de Estudiantes de Río Cuarto.

Con un marco imponente, el emblemático edificio cordobés vio al "Toro" interpretar sus clásicos con la Orquesta Sinfónica de Córdoba.

Jamás le esquivó a las movidas solidarias para recaudar juguetes y donarlos a los niños en hospitales infantiles en plena Navidad. Siempre acompañado de su esposa e hijos, a quienes lleva diariamente al trabajo y a la escuela. 

Un tipo sencillo y familiero, que ni WhatsApp tiene. Que ama mirar fútbol por TV y amistar con algunos personajes del mundillo deportivo que admiran su arte.

Es la voz del "Toro", es parte de la historia la que seguirá escribiendo con sus canciones y su recuerdo emocionado por doña Norma, su mamá, y por todas las mamás del país que lo fueron a partir de sus canciones, y las que lo serán, escuchando sus clásicos que enamoran.