Un Chaparro gigante

A lo largo de la historia en primera división, son contados los artilleros de equipos de Córdoba que terminaron siendo los goleadores de la temporada en curso. Luis Antonio Ludueña, de Talleres, marcó 12 en el Nacional ’76; José Omar Reinaldi anotó 16 para la “T” en el Nacional ’78; Luis Antonio Amuchástegui conquistó 12 para Racing en el Nacional ’81; Ángel Guillermo Hoyos gritó 8 veces en el Nacional ’84 y César Emmanuel Pereyra hizo 10 para Belgrano en el Inicial 2013.

Pero hubo un futbolista que rompió todas las redes, gambeteando rivales y dejando en ridículo a los arqueros con exquisitas definiciones: Raúl de la Cruz Chaparro, goleador del Torneo Metropolitano 1981 con la camiseta de Instituto, con 20 tantos, y por encima de los Maradona, los Brindisi, los Kempes y los Juan Ramón Carrasco. Sobre si eso fuera poco, era también el primer Metro de "la Gloria" tras acogerse a la 1.309, con una loable campaña final en el noveno puesto.

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Hábil, vivo, astuto y un tremendo goleador de apenas 160 centímetros, nacido en Formosa hace 67 años, llegó con sólo 14 a Buenos Aires y por aquella habilidad de crear y moverse en espacios reducidos no tardó en destacarse, al punto de debutar en 1971, vistiendo los colores de San Lorenzo.

Con sus toques precisos y cortos, “Chaparrito” hizo de las suyas jugando después en Tigre, Gimnasia de Jujuy, Chacarita, San Martín de Tucumán, River y Central. De todos modos, sus pasos más recordados los dio en Córdoba, particularmente con la camiseta de Instituto, a donde llegó en 1980 para comenzar a escribir una gran historia en albirrojo allá desde el 7 de setiembre de ese año, en un 0 a 0 ante Platense.

Chaparro es, en la actualidad, el único futbolista de Instituto en salir goleador de un solo torneo de primera división, en aquel caso de 34 fechas, todos contra todos, ida y vuelta. Los memoriosos del Apertura 1999 y Clausura 2000 recordarán que “Miliki” Jiménez anotó 10 en un certamen y 12 en otro; no le alcanzó para ser artillero máximo de esos torneos, pero sí el máximo de la temporada, con 22 goles en 38 fechas, aunque en el caso de Instituto fueron 40, porque disputó la promoción.

El “Tuti”, como también le dicen, hizo goles de todos los colores, como uno muy recordado a River, de cabeza, en el área chica y ante dos campeones del mundo como Fillol y Passarella. 

El 17 de mayo de 1981, en el Monumental, Instituto fue mucha Gloria para River y lo goleó 5 a 2, con dos estiletazos de “Chaparrito”. Ese día, el “Coco” Basile alistó a: Guibaudo; Anelli, Olmedo, Nieto y Krauseman; Víctor Heredia, Tevez y Mastrosimone; Rodolfo Rodríguez, Chaparro y Miguel “Maravilla” Rodríguez. Luego ingresaron Oscar Palavecino y Juan José Meza. 

Les hizo goles a todos: a Boca en la Bombonera, cuatro a Estudiantes de La Plata, tres a San Lorenzo, dos a Colón, le marcó a Independiente y a Racing. 

Sus 20 goles en 34 partidos y un total de 37 tantos en 78 cotejos defendiendo los colores de Instituto le valieron un pase a River y el ser preseleccionado por César Luis Menotti, que estaba armando la selección que disputaría el Mundial de España 1982. ¿De qué jugaba Chaparro? De “9”… O de falso “9”, término utilizado ahora para explicar lo que alguna vez hizo Guardiola con Messi, pero que hace 40 años ya lo hacía Chaparro. 

En "el Millonario" jugó al lado de Francescoli y varias veces, cuentan los que lo vieron jugar allí, mejor que el uruguayo, y con un buen promedio: 9 goles en 33 partidos.

Dicen que alguna vez, el propio Menotti dijo de Chaparro: “Si tuviera 15 centímetros más, sería mejor que Maradona…”. Y en la Selección apenas disputó un solo partido, con Maradona al lado, en un 0 a 0 frente a Checoslovaquia en marzo de 1982. Con 23 minutos (luego de ingresar por la “Rana” Valencia), le alcanzó para ser considerado por El Gráfico como el mejor de la cancha, con 7 puntos. 

Logró el cometido de todo jugador: llegar a la Selección. Pero también recibió un durísimo golpe al ser desafectado en la última convocatoria.

Y siguió su camino. Córdoba le sentó como anillo al dedo. Estaba marcada en su destino. Belgrano lo recibió para armar un equipazo entre 1984 y 1985 que estuvo 39 partidos invicto y él colaboró con 25 goles. 

Entre las idas y venidas con Rosario Central, y después de un puñado de partidos en Tigre, “Chaparrito” cruzó de vereda para jugar de 1986 a 1988 en Racing, con 16 goles para la Academia y uno de “yapa”: el último penal que dejó a Racing en primera, en la Bombonera, frente a Unión.