Un éxito hace 30 años: el ascenso de Belgrano en 1991

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Un éxito hace 30 años: el ascenso de Belgrano de 1991

24/07/2021 | 13:30 | A tres décadas del primer e histórico ascenso del "Pirata" a Primera División, tras golear a Banfield 4-0 y de la mano de Jorge Guyón. El recuerdo de los protagonistas.

Gabriel Rodríguez

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Un éxito hace 30 años: el ascenso de Belgrano en 1991

Corría el cuarto domingo de julio de 1991, más precisamente el día 28. Y con seguridad que sólo dos hechos deportivos, hasta ese momento, pudieron igualar la expectativa que se había creado hace 30 años, la tarde del primer ascenso de Belgrano a la máxima categoría.

Las casas embanderadas de color celeste, los autos pintados y una ciudad conmocionada por un acontecimiento similar al vivido en la organización de la subsede Córdoba del Mundial 78 y la final del Nacional 80, entre Racing y Rosario Central para explicar un marco impresionante de público de casi 42 mil almas en el Chateau Carreras.

Belgrano goleaba a Banfield 4 a 0, casualmente su verdugo en el primer Nacional B y terminaba con un karma: había disputado todos los torneos reducidos por un segundo ascenso sin poder ganar ninguno y, por fin, ascendía a Primera División. Los 3.900 millones de australes marcaron un récord para la época, superando en 400 millones a los 3.500 que se habían recaudado el 19 de mayo por el Apertura 91, en un Talleres 1 – Boca 2.

El fútbol hacía justicia con el otro grande Córdoba, no beneficiado por la ley 1.309 y despojado del sitial de Primera cuando a Julio Grondona se le ocurrió borrar para siempre los viejos torneos Nacionales para mandar a los equipos del interior a encontrar su lugar en los creados Nacional B y Torneo del Interior.

Belgrano había comenzado ese torneo bajo la dirección técnica de Carlos Biasutto de forma irregular, pero cuando el equipo pasaba por su mejor momento y a punto estaba de quedar líder, pasando la mitad de la primera rueda, el ex arquero renunció.

En el medio se produjo un hecho que tuvo que ver. Un clásico ante Talleres por la Copa Neder – Nicola, hizo que Biasutto dispusiera de un equipo alternativo con victoria en los penales que sumaba al efecto devastador de los famosos 15 años sin perder ante la “T”. El problema fue que esa decisión le costó a Biasutto dolores de cabeza que minaron su relación con el presidente Chichín Ledesma y compañía.

Jorge Guyón, ayudante de campo, asumió interinamente unos días antes de un clásico ante Instituto y se mantuvo cuatro fechas, con dos victorias. Claro, hasta la contratación de un nuevo entrenador: parecía que era Jorge Dominichi pero fue Norberto Osvaldo Alonso, quien venía de hacer una incipiente dupla con Mostaza Merlo en el River que después sería campeón con Passarella. Y lo del “Beto” fue efímero con tres derrotas, una victoria y un empate; dejando el debut de dos pibes: el “Máquina” Palacios y Norberto Fernández.

“Como a Alonso le fue mal me vinieron a buscar de nuevo, pero les dije que ya no quería ser interino. Asumí como DT sin tener un cuerpo técnico armado, fuimos improvisando”, recordó Guyón en diálogo con Cadena 3.

Con el “Jabalí”, el Celeste debería arreglárselas sin “Totó” Mahía, el goleador vendido a Central, y lograría 13 victorias, 9 empates y 4 derrotas, una de ellas en el escritorio por aquel recordado 1 a 1 contra San Martín de Tucumán en Alberdi, en donde Castrilli suspendió el partido tras una agresión con una empanada, a uno de los jueces de línea y que el Tribunal de Disciplina le dio por perdido 1 a 0.

Y ni hablar de otro compromiso clave. Con el 1 a 1 ante Italiano y dos minutos por jugarse en Alberdi, Aníbal Hay sancionó un penal a Monserrat que le dejaba a la B el triunfo en bandeja. En ese tiempo, era una imagen impensada ver a un arquero patear penales. Y Javier Sodero quiso ser héroe, tomó la pelota, pateó y el arquero rival adivinó el disparo: “No arrancamos bien, la fuimos peleando. Después del famoso penal que erré terminamos la temporada en el tercer lugar”.

Como dijo Sodero, el Celeste terminaría tercero con 52 puntos, los mismos de Atlético Tucumán y a dos del campeón Quilmes. Lo esperaba el Dodecagonal, el cual empezó eliminando a Central Córdoba de Rosario (3-3 y 3-1) y en semifinales a San Martín de Tucumán, quien lo tuvo al borde de la eliminación tras imponerse 1-0 en Tucumán y mantener un 1-1 en el Chateau hasta el minuto 88, antes de que Luis Sosa anotara el celebrado 2-1 que le dio pasaje a la finalísima por haber finalizado mejor en la tabla de posiciones.

“Ese cabezazo de Chiche fue casi como ganar la final, porque nos estábamos quedando afuera. Haber ascendido con el club que me vio nacer no tiene precio, es un recuerdo imborrable para mí”, rememoró Sodero.

Y la ansiada revancha ante Banfield. Después del 1-1 en el Sur bonaerense, el ascenso quedó en bandeja. Y antes de finalizar el primer tiempo en el Chateau, tenía sabor a cosa juzgada con un 2-0 producto de Alonso y Herrera, sumado a la expulsión de Parrado que ni Piero, el famoso cantante popular presente en el estadio, pudo evitar. En el complemento, cayeron un par de goles más, de Alonso y Monserrat, para cerrar un 4-0 sin discusión, tal como lo recordó el capitán y artillero de la final, Lucio Daniel Alonso: “La gente tenía muchos temores en ese partido, por las finales que se habían perdido antes, pero el equipo estaba muy firme y terminamos pasando por encima a Banfield”.

Aquel 28 de julio, Guyón eligió a Sodero; Cortés, José Flores, Nieto y Marcelo Flores; Monserrat, Alonso, Heredia y Sosa; Spallina y Herrera. Un equipo bien cordobés, salvo Sosa, que tenía de emblema a la “Chacha” Villagra y en el que también participaron el Beto Fernández, Darío Palacios, Ducca, Julián Camino, Héctor Maldonado, “Charly” Carrió, Héctor Arias y Miguel Rutar. “El Negro” Nieto tiene muy presente todo ello y nos realizó una radiografía de lo que era ese Belgrano.

“Era un equipo juvenil al que había que sumarle experiencia, y tuvimos la suerte de que la gente grande que se sumó, como Víctor Heredia, ‘Chiche’ Sosa o yo estábamos todos bien. Se armó un grupo que estaba fuerte de la cabeza y se alinearon muchas cosas en ese momento”, detalló Nieto a Cadena 3.

No hay mal que dure cien años y aquel 28 de julio de 1991 quedaron atrás las tristezas después de ver nueve ascensos ajenos. Aquella vez Belgrano se tomó cuatro sorbos y degustó la mayor alegría de su historia deportiva. Ese ascenso significó un quiebre en la historia celeste, costó sangre, sudor y lágrimas. Muchas lágrimas. Porque la década del 80 significó arrancar en Argüello en cancha de Peñarol, pasar por Malagueño para jugar con Almirante Brown, llegarse a Bell Ville para enfrentar a Biblioteca, seguir por Cutral-Có para visitar a Alianza, disfrutar en Bahía Blanca, sufrir a Quequén… fueron años durísimos.

Pero valieron la pena porque como rezaba un viejo canto de su hinchada: “para ganarle a Boca en la Bombonera, para ganarle a River el Millonario, para ganarle a todo esos…”. Esa canción, ese triunfo, ese ascenso bien lo resume con sentidas palabras el “Tano” Spallina: “El recuerdo más hermoso que me quedó fue después del partido. Salí de la cancha y un hombre que vendía gorritos me dio un abrazo, junto a toda su familia, y me agradeció porque ahora iban a poder ‘comer con un buen aceite’. Mi papá me explicó después que, como el equipo iba a jugar en primera, iban a vender más gorritos y les iba a ir mejor. Ahí aprendí lo importantes que podemos llegar a ser como futbolistas, a cuánta gente ponemos contenta”.

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