La quinta pata del gato
20/03/2024 | 12:27
Redacción Cadena 3
Adrián Simioni
Audios
Argentina, el país donde un sindicalista puede prohibir la inversión
Ya tiene 80 años. Pero eso no le impide seguir provocándole daños al país. Hablamos de Hugo Moyano, el sindicalista de los camioneros argentinos y de varios otros gremios que domina a través de sus hijos ya aliados y gestor de un emporio de empresas que orbitan alrededor de esos sindicatos. Desde hace 53 años es secretario de algún sindicato. Ha sido jefe máximo de la CGT, presidió el PJ bonaerense y ha sido diputado por el PJ, pero eso no le impide tener su propio partido político, el Partido de la Cultura, la Educación y el Trabajo. Entre muchas otras cosas fue presidente de Independiente, de donde se fue con una condena por… no pagar los aportes jubilatorios, de obra social y sindicales de los empleados del club. Un sindicalismo a la carta el de Moyano. Se hizo famoso por su capacidad para apretar y extorsionar, para bloquear empresas y para amenazar a políticos con el pánico del abastecimiento que podría ocasionar cortando las rutas o frenando el transporte de sus camiones. En el país más extravagante del mundo, un sindicalista como tiene la misma fama que en otros países tienen innovadores y creadores de riqueza como Bill Gates.
¿Por qué es noticia ahora Moyano? Porque otra vez anda amenazando. Esta vez le toca a YPF. Ni los emblemas del populismo estatista se salvan de la prepotencia. Moyano amenaza con bloquear las destilerías de YPF y cortar con manifestaciones la actividad en Añelo, Vaca Muerte, si YPF cumple su plan de dejar de operar en forma directa 55 áreas en 9 provincias. Se trata de pozos llamados “maduros” en la jerga petrolera, lo que quiere decir que ya tienen poco petróleo. Sacar lo que queda es una especialidad a la que YPF no se dedica. YPF espera traspasar la mayoría de esos pozos a empresas como Capsa, que sí saben extraer esos restos. Y los pozos que ya no sean de interés ni siquiera para estas firmas los va a devolver a sus dueñas, que son las provincias. No hay ya nada por hacer en ellos. Sencillamente hay cosas que se terminan.
Para hacer todo esto YPF necesita unos cuatro meses. Ya arregló con sus empleados que les pagará 80% de sus sueldos para que se queden en sus casas hasta que se vea qué pasa con esos pozos. Los no sigan trabajando en las nuevas empresas podrán mudarse a Vaca Muerta, donde YPF decidió concentrar todas sus inversiones.
Pero Moyano no acepta nada de esto. Sus afiliados ni siquiera son empleados de YPF sino de contratistas de YPF, que seguramente podrán seguir trabajando para las nuevas petroleras o para la misma YPF, que tendrá cada vez más actividad en Vaca Muerta. Pero igual Moyano no lo acepta. No. Él exige que la realidad se amolde a su deseo y que, además, permanezca inmutable, sea así para siempre. Si fuera por él habrá que simular que YPF sigue sacando petróleo de donde ya no sale petróleo y cargándolo en camiones que deberán viajar vacíos hacia refinerías de las que no saldrán ni nafta ni gasoil. Porque a Moyano se le ocurre. Porque ese es el mundo inmutable de la Argentina encarcelada en leyes laborales y sindicales arcaicas, protegidas por una mayoría de legisladores que no sólo se niegan a cambiarlas sino que buscan voltear el DNU de Milei que pretende apenas unos pequeños cambios. Leyes aplicadas además con grave daño para la economía gracias a jueces y camaristas laborales cooptados por la industria del juicio y por fiscales y jueces penales que se niegan a ver una extorsión ni siquiera cuando se les aparece como un elefante sentado en el living de sus casas.
Esta es la Argentina, señores. El país donde un sindicalista puede prohibir que se invierta en lo que es abundante y exigir que se siga gastando en lo que ya no existe. El país más extravagante del mundo.
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