Atención, spoiler: Cristina no será proscripta

La política argentina está en carneviva. A esta hora los fiscales Mola y Luciani están cerrando su acusación contra Cristina Fernández. Es un momento histórico. Se espera que le pidan al tribunal que la condenen a prisión e inhabilitación perpetua para ejercer cargos públicos por haber sido jefa de una asociación ilícita para desviar fondos multimillonarios a través de Lázaro Báez. El juicio es complicadísimo para Cristina. Lázaro ya está condenado por haber lavado 60 millones de dólares obtenidos en forma ilegal. ¿Cómo los obtuvo? Justamente a través de esta red de licitaciones amañadas. Es una montaña de corrupción. Tanto que durante 9 años Lázaro pudo comprar dos estancias, departamentos, hoteles o casas por mes. Y entre él y la familia Kirchner se compraron, se vendieron y se alquilaron inmuebles y empresas como quien se cambia de calzoncillos.

El kirchnerismo denuncia persecusión, lawfare. Pero ahora hace hincapié en que el objetivo de los fiscales y jueces es quitarle sus derechos políticos y proscribirla. Prohibirle que se presente a elecciones. Es una forma de victimizarla. De igualarla a Perón. La razón de su condena no serían sus crímenes sino el miedo de sus opositores a perder elecciones.

Bueno. Tengo noticias. Ese argumento es falso. Por empezar, Cristina no tiene condena. Recién a fin de año podría haber una condena en primera instancia. ¿Se podría acelerar una segunda condena, la de casación, antes de las elecciones 2023? Hasta el viceministro de Justicia, Juan Martín Mena, que es de La Cámpora, ha dicho que no dan los tiempos procesales.

Pero, aún si la cámara de casación acelerara, Cristina podrá competir en las elecciones 2023 para conseguir fueros como senadora. Hay un antecedente jurídico insoslayable. En 2017 Carlos Menem pudo ser candidato y ser elegido senador pese a contar con una doble sentencia condenatoria por tráfico de armas, a que la oposición riojana intentó trabar su candidatura en la Justicia y a que la Justicia Electoral dijo que no podía postularse. Sin embargo, pudo. Porque la Corte Suprema alegó que todavía regía para ese caso el principio de inocencia, es decir, todavía faltaba el fallo sobre las armas de la propia Corte. Menem fue senador y mantuvo sus fueros. La Corte podría cambiar su jurisprudencia. Pero implicaría un incendio político.

Sobre todo cuando a nadie le conviene que Cristina sea "proscripta". Sus aliados y competidores internos (desde los gobernadores a Massa) necesitan paz social para sacar adelante el ajuste, el tarifazo y la política ortodoxa que tienen que hacer para esquivar la hiperinflación. Y a la oposición, más que una Cristina victimizada, le conviene una Cristina asimilida a Menem, una líder disminuída forzada a alquilar su impunidad con los fueros del Senado.

Eso es lo que hará mañana Cristina, que le pidió esta mañana al tribunal volver a hablar para quedarse mañana con la última palabra y cantarnos sus coplas de payadora perseguida.