Bajó el desempleo: por qué nadie festeja el milagro

La quinta pata del gato

Bajó el desempleo: por qué nadie festeja el milagro

18/12/2020 | 12:34 |



Adrián Simioni

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Bajó el desempleo: por qué nadie festeja el milagro

Un pequeño milagro ha sucedido en la Argentina. Según el Indec, el desempleo en el tercer trimestre cayó 2 puntos y se redujo a 11,7%. Para ser año de confinamiento, default, inflación y megarecesión, hay que salir a festejar. Debería ser muchísimo peor.

Sin embargo, nadie sale a festejar. Ni siquiera los funcionarios o los políticos el oficialismo. ¿Por qué? Y, porque todos presentimos que la situación es mucho peor de lo que expresa ese número. No porque el Indec mienta, sino por la depresión que todos sentimos en el mercado laboral, y que los números también muestran.

En efecto los argentinos que están ocupados son muy poquitos todavía: 19 millones. Hay dos millones de empleos menos que antes de la pandemia, que ya eran pocos. Para la Organización Internacional del Trabajo (OIT) Argentina es el país con la tasa de ocupación más baja de América Latina. Estamos tomando mate. Durmiendo la siesta.

En el fondo, el desempleo baja porque muchísima gente, millones, desesperanzados, bajaron los brazos y ya no buscan empleo. Y como no buscan, no figuran como desempleados.

Hay capitales de provincia donde menos de 3 de cada 10 personas tienen una ocupación. Y los ocupados son en su mayoría empleados estatales, muchos improductivos.

En esto también ayudan los subsidios estatales, que promueven la inactividad. Lo que recibe un hogar empobrecido a través de AUH, pensiones, salarios sociales, becas, tarjetas alimentarias, bolsones, tarifas sociales y muchas cosas más no es ninguna fortuna. Pero, si se suma todo, equivale o supera a muchísimos salarios. No es verso: en septiembre, según Indec, la mitad de los todos los asalariados del país tuvo ingresos menores a los 30 mil pesos. ¿Para qué vas a trabajar?

Y ese es el mayor motivo de depresión, en definitiva: el salario, muy golpeado por la inflación desde hace demasiados años, bajísimo. Hice unos números. Desde octubre de 2010 a septiembre de este año, el salario en pesos, según el Indec, se multiplicó por 14. ¿Sabés por cuánto se multiplicó el dólar en esos mismos 10 años? Por 20. O sea: el poder adquisitivo del salario argentino en el mundo perdió un tercio en 10 años.

Hay quienes dicen que no importa el valor del salario en dólares porque eso depende de cuánto podés comprar en cada país con un dólar. Eso es cada vez menos cierto. Porque aunque un auto o un celular se arme en el país, sus piezas igual son importadas. Hay que pagarlas en dólares. Y si suben la soja y el maíz a nivel mundial, sube el precio interno de la carne. Y, sobre todo, nadie invierte dólares para vender barato en dólares, en pesos devaluados. El mundo productivo está cada vez más integrado. Así que, en el fondo, lo que importa es el salario en dólares. Y en Argentina ese salario es cada vez peor desde hace años. De nuevo: ¿para qué trabajar?

La Argentina ha logrado esta receta infalible para el fracaso. Las empresas no tienen incentivos para crear empleos productivos. Y las personas, ocupadas o desocupadas, no tienen incentivos para trabajar en serio. Desarmar eso va a a ser durísimo.

Pero si no lo desarmamos ni los pequeños milagros, como esta baja del desempleo, lograrán entusiasmarnos.

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