La quinta pata del gato
17/03/2022 | 11:04 | Por Adrián Simioni.
Adrián Simioni
Ayer hubo una novedad mayúscula en la Argentina, algo que tiene el potencial de cambiar de raíz los términos de la convivencia social en el país.
La novedad es que el cuarto gobierno kirchnerista, después de engordar y usar al piqueterismo durante dos décadas, lo empieza a cuestionar. Luego de que se conociera que los piqueteros que rompieron los vidrios del despacho de Cristina en el Congreso cobran el plan Potenciar Trabajo, el ministro de Desarrollo Social, Juan Zabaleta, remarcó que los subsidios que reciben los piqueteros son para que puedan trabajar y no para cometer delitos.
Más importante: dijo que ayer ya les habían dado de baja los planes. A apenas horas de ser identificados. O sea que no hizo falta un proceso judicial que acredite los hechos. Ni siquiera un trámite administrativo con derecho a recurso, para que la misma autoridad que les había concedido el beneficio a estos piqueteros, se los retirara.
O sea que quienes vienen proponiendo hace rato que el Estado les corte de cuajo cualquier beneficio o subsidio a quienes reclamen con violencia, cometiendo delitos o faltas, amenazando o impidiendo a los demás el ejercicio de sus derechos, por ejemplo, el derecho a circular, no eran fachos, neoliberales crueles, gente sin corazón que goza con la pobreza. No, ahora coinciden con ellos los buenistas que reparten los planes, lo dice hasta un bergoglista como Zabaleta.
Al fin nos ponemos de acuerdo en que no podemos seguir siendo el único país del mundo donde el Estado financia a encapuchados que violan la ley, donde los pacíficos alimentan a los violentos, donde los que trabajan mantienen a los que les impiden trabajar. Donde los delincuentes tienen más derechos que sus víctimas.
Y además descubrimos ayer que la quita de esos planes puede ser automática. Sólo se necesita la decisión de un funcionario.
Hay un detalle. Zabaleta dijo que los subsidios son para que los piqueteros puedan trabajar y no para atentar contra la vicepresidenta de la Nación, pero damos por hecho que eso fue un error del ministro y que todos los argentinos tenemos el mismo derecho que Cristina Fernández a no ser atacados por violentos bancados con nuestros propios impuestos.
Así que la próxima vez que usted no pueda llegar al médico en el centro de Tucumán, pierda el presentismo en una empresa de Capital Federal, no llegue a cumplir el reparto de sus clientes en el centro rosarino, lo amenacen con palos en el ingreso a la Plaza España de Córdoba, no sienta culpa, no se sienta un facho desalmado. Y cuando escuche a un fiscal o algún funcionario diciendo que no se puede hacer nada, sepa que son mentiras. Sepa que a esos violentos que a usted le impiden vivir su vida se les puede cortar el chorro de dinero que reciben del Estado. Y que, de ahora en más, si nadie se los corta, es porque al poder no se le canta.
Si lo queremos, si todos exigimos que nos traten igual que a la presidenta, puede ser el fin del piqueterismo violento. Así que lo decimos de corazón y en voz alta: gracias Cristina.
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