La quinta pata del gato
29/09/2022 | 11:27 |
Redacción Cadena 3
Adrián Simioni
Con el país tomado por piqueteros, sindicalistas, estudiantes y mapuches y la perspectiva de más ajuste e inflación, Cristina Fernández pareció ayer empezar a volver a despegarse de su propio gobierno, la misión imposible de despegarse de ella misma.
Ayer emitió un tuit en el que reclamó que el Estado intervenga en forma "eficaz" para limitar las ganancias de la industria de la alimentación, a las que responsabiliza por la inflación y la pobreza. La receta no tiene pies ni cabeza. La inflación no es culpa de las alimentarias, si no aumentarían sólo los alimentos, y aquí sube todo. Además, la receta de los controles ya fracasó mil veces.
Es un tiro por elevación a Massa. Cuando asumió Massa dejó claro que no cree en las rectas K contra la inflación. Dijo que para bajarla había que reducir la emisión de dinero sin respaldo. Y la única forma de hacer eso es bajando el gasto del Estado. En ese momento Cristina no dijo nada. Pero no iba a durar mucho.
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De hecho, en el mismo tuit de ayer la vice reclamó también que el Estado refuerce la asistencia alimentaria. Es decir, que gaste más. Justo lo contrario de lo que necesita hacer Massa. El ministro ya perdió la batalla. Cristina se refiere a lo que muchos llaman el "IFE Grabois" y que Massa va a anunciar mañana: un bono de 60 mil pesos dividido en tres cuotas que unas dos millones de personas van a cobrar en octubre, noviembre y diciembre. Se calcula que costará 100 mil millones. A pagar con emisión. Más nafta al fuego. Es lo que le costó a Cristina convencer a Grabois de que no retirar a sus tres diputados del Frente de Todos, que ella necesita para su embate contra la Justicia.
A esta altura Cristina sabe mejor que todos nosotros juntos que la receta de controlar góndolas mientras por otro lado se arrojan millones de billetes sin valor desde un avión es una garantía de fracaso. Pero para eso está Massa, el nuevo chivo expiatorio, un ministro en proceso de guzmanización. En la última semana los medios y periodistas cercanos al kircherismo ya le empezaron a dar como en bolsa.
Por eso ayer Massa respondió. En el Congreso, donde fue a presentar el presupuesto, sorprendió al decir que está dando sus "últimos pasitos" en su carrera política y que por eso quiere hacer "todo bien". No era una frase casual. Fue un mensaje a Cristina Fernández. Una forma de decir, "no me saquen el banquito, porque si yo me voy, ¿a quién van a poner? ¿lo van a traer de nuevo a Guzmán?". El ministro se resiste a ser guzmanizado por una líder política que finge demencia, niega ciegamente su responsabilidad y busca chivos expiatorios, uno tras otro.
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