Con las universidades, no

El anuncio del Gobierno nacional sobre una iniciativa para intervenir en el uso de las redes sociales para que "dejen de intoxicar" la democracia generó un inmediato sarpullido en medio país. No es para menos. El kirchnerismo tiene una enorme vocación por limitar la libertad de expresión: desde la ley de medios hasta la creación de observatorios como Nodio y la Defensoría del Público, pasando por el uso faccioso de organismos como el Inadi y la sospecha de adoctrinamiento en la enseñanza. Ni siquiera lo disimulan. Hace un año, por ejemplo, el senador de Cristina Fernández, Oscar Parrilli, proponía "controlar a los medios que difamen a los políticos". Confesión de parte, le dicen.

Por eso la reacción ante la propuesta de regular las redes formulada por el secretario de Asuntos Estratégicos, Gustavo Béliz, fue inmediata. Y el gobierno salió a defenderse. Dijo que sólo se trata de elaborar una pauta de uso de las redes y no de una ley. Y para justificar pusieron a las universidades en el medio, algo típico: dijeron que 40 universidades están trabajando en esto. Como si eso fuera una garantía de algo. En verdad, no son garantía de nada.

Por empezar, las universidades viven del presupuesto estatal nacional, así que son proclives a justificar al Estado y a los gobiernos estatistas. Han ido perdiendo cada vez más su carácter público para transformarse en organismos estatales. Por muchas razones sus profesores se han ido convirtiendo en empleados públicos. El famoso gobierno autónomo de las universidades se ha ido "ceterizando" a manos de los sindicatos estatales que en muchos casos las controlan de hecho. Y esos sindicatos son hoy casi monolíticamente kirchneristas, con algunas excepciones aún más a la izquierda. Incluso en universidades con rectores y decanos no alineados que no son kirchneristas, sus administraciones navegan entre la concesión permanente, la corrección política y el silencio frente a una hegemonía ideológica que pocos se animan a confrontar.

Así, por ejemplo, en el debate crucial de la Argentina sobre si al ajuste lo tiene que empezar hacer el Estado o lo tiene que seguir haciendo para siempre el sector privado, las universidades difícilmente vayan a tener una mirada imparcial. Ellas mismas son el Estado. Las universidades no nos sirven más en ese debate.

De manera que seguir usando a las universidades como cobertura es un recurso que se va gastando. Porque el kirchnerismo se está comiendo la legitimidad de universidades a medida que se las apropia, como ya se apropió de otras instancias. Deberían dejar de usarlas como peones en la batalla cultural. Las propias universidades deberían reivindicar en serio su autonomía, su vocación por ser parte de nuestra sociedad, no del Estado, mucho menos un partido político. Nosotros mismos deberíamos empezar a decir "Con las universidades, no". Antes de que sea demasiado tarde.