La quinta pata del gato
09/02/2022 | 10:56 |
Adrián Simioni
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Coronita para Kicillof
Como ya no le queda otra, el gobierno kirchnerista se apresta a iniciar el ajuste. Si no, lo espera un default con el FMI y, peor, un cataclismo económico.
Por ahora ese ajuste tiene un plan de reglas sagradas.
Primero, el Estado va a tratar de seguir pasándoselo al sector privado. Por eso la cosa va a comenzar, aparentemente, por la reducción de subsidios a los servicios públicos. Qué es lo más fácil.
Técnicamente, quitar un subsidio es lo mismo que subir un impuesto. El Estado no reduce su gasto en burocracia, por ejemplo, sino que deja de pagar algo que tiene que empezar a pagar el privado.
El mejor ejemplo es la reducción de subsidios al gas y a la electricidad. Los privados vamos a pagar más caros esos servicios pero Luana Volnovich, por dar apenas un ejemplo chico y odioso, va a seguir empleando en el Pami a su padre, a su hermano, a su novio y vaya uno a saber a cuántos familiares y militantes. Eso no se toca, igual que miles de Pyme familiares y políticas que viven del Estado. Ajustan los privados, no los estatales.
Segundo, al costo político del ajuste lo tendrán que pagar, en lo posible, los opositores. El ejemplo más obvio es el de los colectivos del Gran Buenos Aires o AMBA. Allí, en esa área que incluye tanto a la Capital Federal gobernada por Rodríguez Larreta y al conurbano gobernado por Axel Kicillof, circulan unas 300 líneas de colectivos. 32 circulan sólo dentro de la Capital y dependen de Larreta. unas 145 circulan entre los dos distritos y dependen del gobierno nacional, es decir, de Alberto Fernández. Y otras 145 líneas circulan sólo en el conurbano y dependen de Kicillof.
Lo que anunció el gobierno es que le quiere reducir o quitar por completo el subsidio los 32 colectivos de Larreta, cosa de que el principal gobernante opositor tenga que poner la cara para subir la tarifa. Si le quitan todo el subsidio, se calcula que Larreta va a tener que multiplicar por 5 el valor del boleto o poner plata de su propio presupuesto. En cambio, nada se dijo, por ahora, de reducir el subsidio de las 145 líneas que dependen de la Nación, cosa de que Alberto Fernández no tenga que anunciar ningún aumento, ni de dejar de mandar las partidas discrecionales que subsidian los colectivos del conurbano, cosa de que Kicillof tampoco tenga que pagar ningún costo político.
El gobierno disfraza esto de buenas intenciones: dice que con la plata que le quite a Larreta va a mejorar el subsidio a los colectivos del interior. Difícil: primero, porque lo que tiene que hacer si firma con el FMI es ahorrar; y segundo, porque lo que va ahorrar ni siquiera es suficiente para alcanzar las metas del FMI (30 líneas son apenas el 10% del total de líneas de colectivos hipersubsidiadas hasta el absurdo en el Amba).
Sólo el tiempo podrá decir si estas medidas alcanzarán para esquivar el golpazo de la inflación alimentada por el gasto estatal desbocada. Ahora, lo único que queda claro es que Kicillof pasará a ser el único gobernador con coronita de todo el país y no tendrá que anunciar desagradables aumentos del boleto, porque se lo seguiremos pagando entre todos los demás.
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