La quinta pata del gato
05/08/2024 | 12:51
Redacción Cadena 3
Adrián Simioni
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El empleado público sigue sumando coronitas: ahora, 12 sueldos bajo el brazo
El ministro de Desregulación, Federico Sturzenegger, sacó ayer su primer decreto reglamentario de la ley bases. El decreto da inicio formal a privatizaciones. Establece el “silencio positivo”: cuando le pedís permiso para hacer algo a un ente burocrático estos ya no se pueden tomar 10 años para responderte. Si no responden, quedás liberado para actuar. Y ordena nuevos requisitos para ingresar a la administración pública.
Pero lo más interesante que se conoció es una idea que viene manejando Sturzenegger para reducir la cantidad de empleados públicos. Tiene que ver con incentivar que a un contratado del Estado al que no le renuevan el contrato o un empleado público al que despiden, consiga trabajo en el sector privado. Básicamente, la idea de Sturzenegger es que el Estado pague los 12 primeros sueldos de un empleado público que sea tomado por el sector privado, bajo la falsa premisa de que la constitución prohíbe el despide de un empleado estatal.
El empleado sería declarado en disponibilidad. Y, a su voluntad, podría pedir que su sueldo se aplique a la obtención de un empleo privado durante un año. Aparte, cobraría su indemnización.
O sea que, cuando un empleado privado y uno público se pidan trabajo en una empresa privada, el público contará con una gigantesca ventaja.
¿Es constitucional esto? ¿No viola toda noción de igualdad ante la ley?
El empleo público siempre tiene coronita. Cuando despiden a alguien del sector privado, el empleado cobra su indemnización y empieza a remarla para conseguirse un trabajo. En cambio, el empleado público siempre aparece como víctima de una catástrofe a la que todos tenemos que correr a ponerle coronita. Como si acabara de sufrir una tragedia, dando por sentado que no podrá sobrevivir en el mercado, como tienen que hacerlo todos los demás. Como si haber sido empleado público fuera sí o sí una desventaja.
En realidad, haber estado 20 años trabajando cómodamente en el Estado puede ser una ventaja. Primero porque se trabaja en muchos casos con un relax y un desdén por la productividad que deja muchísimo tiempo libre para un segundo empleo, para especializarse, para formarse, para estudiar otra cosa.
Pero, además, puede ser un forma de adquirir habilidades valiosas. Supongamos una constructora dedicada a obras públicas. Podría ser de mucha utilidad contratar a un empleado público que estuvo 20 años dando vueltas en las licitaciones la Secretaría de Obras Públicas. Debería conocer los secretos, los trámites y tener contactos que no tiene alguien que nunca pasó por un ministerio de Obras Públicas. Sin embargo, si este plan sale, el que empleado público va a venir, además, con 12 sueldos bajo el brazo. Una coronita más en la larga historia de discriminaciones de la Argentina donde los empleados estatales siempre son más iguales que los demás.
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