La quinta pata del gato
08/10/2020 | 12:48 | La casta clientelar que quebró Chubut carece de valentía y liderazgo para buscar una solución. Y la crisis se hace institucional: todos contra todos entre legisladores, jueces y gobernador.
Adrián Simioni
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El país bordea el precipicio… y Chubut va adelante
Mientras en el país vamos cronicando la marea del coronavirus y las dificultades cada vez mayores de Alberto Fernández para gobernar dada su necesidad de pagar tributo constante al cristinismo, en el sur del país viene sucediendo, en chiquito y por adelantado, el futuro que le aguarda a la Argentina si no se aparta del populismo extremo en el que se encuentra.
Estamos hablando de Chubut, donde hay una crisis terminal. Se adeudan tres meses y el medio aguinaldo al océano de empleados públicos que se amontonaron en 2 décadas, en una economía destruída. Es el final catastrófico de una demagogia cocinada en los últimos 20 años que engordó al Estado provincial, liquidó a la economía privada y generó una crisis fiscal indomable que hace rato se trasladó a la política y ahora, finalmente, se transformó en una crisis institucional, donde los tres poderes del Estado se están tirando con todo.
Ayer, el gobernador Mariano Arcioni, anunció que va a pedir el juicio político de dos jueces, a los que acusa de hacer partidismo político a través de los medios de comunicación.
La verdad es que los dos jueces arrojaron baldes de nafta sobre la crisis chubutense. Uno de ellos dijo que lo que todos saben: que la planta política que mantiene el Estado sigue repleta de ñoquis. El otro juez directamente le pidió a Arcioni que se vaya. Eso de por sí es insólito. Pero además el juez fustigó a los legisladores por no destituir a Arcioni. Es un todos contra todos que nadie sabe cómo se va a resolver.
La Legislatura le aprobó un permiso a Arcioni para que se endeude para pagar sueldos. Pero eso, además de no resolver la cuestión de fondo, es pensamiento mágico: no hay nadie dispuesto a prestarle un centavo a Chubut. Y la Cámara de Diputados de la Nación se negó a tratar un proyecto presentado por un diputado chubutense que directamente pidió que la Nación le de un subsidio de 30 mil millones de pesos a Chubut para poner al día los sueldos. Una provincia planera quieren. Por suerte, Diputados lo rechazó.
Corrompidos por el clientelismo
El desastre de Chubut, dice un estudio encargado por las empresas de la provincia, empezó en 2003, cuando el clientelismo estalló y nunca frenó. En aquel año, los estatales eran 22.000. En junio de este año, los empleados del sector público eran 65 mil.
Eso sucede cuando una casta política corrupta se apropia del Estado para financiar con el presupuesto público su propia perpetuación. Un puestito, un voto. En Chubut el líder de esa camarilla fue el exgobernador Mario das Neves, muerto en 2017 y padrino de Arcioni. En cada provincia pongan ustedes el nombre que más les guste.
En Chubut todos admiten que fue así. La semana pasada, el intendente de El Maitén, Oscar Currilén, reconoció que en su municipio hay muchos ñoquis, que se acomodan en tareas pasivas o ni siquiera van a trabajar y que él es en parte responsable. “Pero no está en mí echar gente, no puedo, y terminan con tareas pasivas y dando vueltas”, dijo. La irresponsabilidad al palo.
Cuando Arcioni sucedió a Das Neves en 2017 mantuvo la tónica. Para ser elegido en un segundo mandato otorgó en campaña en 2018 aumentos de hasta 100%, que todos sabían que no se iban a poder pagar.
¿Qué más quieren?
Toda esa casta corrupta -y muchos de los ciudadanos, que participan de estas fiestas cuando aceptan un acomodo para vivir de arriba- logró quebrar a una provincia privilegiada. Chubut tiene petróleo, pesca, ganadería, minería y turismo. Pero encima cobra regalías petroleras que le pagamos todos en el surtidor. Y encima paga menos impuestos que el resto del país por ser zona patagónica. Y, encima, de esos impuestos que pagan los otros, se queda con más dinero que el promedio, porque también está privilegiada en la coparticipación.
O sea: ¿qué más quieren? ¿los chubutenses van a seguir con el pensamiento mágico, exigiendo que alguien les regale más dinero?
¿Cómo hacen para estar en crisis contando con todas esas ventajes? La respuesta es sencilla. Y la da el Indec: en el Gran Comodoro Rivadavia sólo el 30,5% de la población total trabaja (y la enorme mayoría son todos esos empleados públicos). Pese a eso, el desempleo es sólo 6,5%. Es decir, demasiados chubutenses ni trabajan ni buscan trabajo.
Este es el desastre estructural que la demagogia populista construyó en gran parte del país. Es lindo mientras dura regalar puestitos, sueldos y subsidios. Pero un día se cierran todas las puertas, como sucede hoy en Chubut. Y la casta política que hizo el desastre es demasiado cobarde e inepta para convencer a una sociedad cómplice y a estas alturas en gran parte parasitaria, de que es necesario aceptar el ajuste y reformar todo. Entonces corren para adelante. Y tarde o temprano chocan. Por ahí va corriendo Chubut, ahora ya con un conflicto de poderes. Pero, ojo: no es sólo Chubut. Medio país está en el mismo camino.
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