El país "careta de Sarmiento"

Hoy nos amanecimos con la noticia de que la mitad de los ingresantes a la carrera de Medicina de la Universidad Nacional de La Plata son extranjeros. Vienen de todos lados a aprovechar la meca del ingreso irrestricto, la universidad sin aranceles y la generosidad universal. Algo único en el mundo: cada quien estudia lo que quiere, no tiene que pagar un peso, durante los años que quiera y sin importar si después podrá con eso ganarse la vida de verdad. Y encima no te piden ni el DNI. Lo de La Plata es tal vez el caso más extremo. Pero se repite. En la Universidad Nacional de Córdoba hay 3.600 extranjeros estudiando gratis. Es obvio: en sus países tendrían que gastar fortunas para estudiar.

La noticia está contada como con orgullo. Son los rastros del país que se creyó potencia y, de alguna forma, superior a sus vecinos latinoamericanos. Es como un resto de engreimiento chauvinista, de condescendencia disfrazada de solidaridad. Parece que a nadie le parece irracional que un Estado quebrado como el nuestro regale a extranjeros cosas carísimas -como una formación médica- que casi ningún otro país regala a sus propios estudiantes, muchísimo menos a extranjeros. Los demás países no están acostumbrados al suicidio fiscal constante.

Hay mucho de tilinguería en ese orgullo. O mucho de careta. Nos ponemos la careta de Sarmiento. Porque nos damos palmaditas en el hombro por darles universidad gratis a extranjeros, pero no asociamos el tema al hecho de que al mismo tiempo, los alumnos de la primaria de una provincia como Córdoba habrán perdido tres de sus primeros 10 días de clase, mientras los restantes 7 habrán estado interrumpidos por asambleas "informativas", asambleas "resolutivas" y votaciones de medidas de fuerza.

Es el país tilingo, el país careta, orgulloso de regalar carreras universitarios a los hijos de extranjeros ricos en su mayoría e indiferente con sus propios chicos pobres que nunca aprenderán el cálculo matemático más básico y la expresión escrita de una idea.