Fotoilustración: Juan Pérez Gaudio.

La quinta pata del gato

El país que dejó solo al mundo

13/07/2023 | 11:43

  

Redacción Cadena 3

Adrián Simioni

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El país que dejó solo al mundo

Ayer, cinco organismos internacionales, entre los que están la FAO y entidades de la ONU dieron a conocer un informe sobre la seguridad alimentaria en el mundo. Su principal conclusión es que la cantidad de personas que pasan hambre en el planeta creció un 20% desde 2019. Son 735 millones de personas. Casi el doble que todos los habitantes de Europa. 3.100 millones de personas, más de un tercio de la población mundial, no puede permitirse una dieta saludable.

El informe implica una decepción. La burocracia de los organismos internacionales había marcado como una meta posible llegar al hambre cero en el mundo en el año 2030. No será así.

Esta cuestión debería ser clave para la Argentina. Incluso para darnos un sentido, una brújula, un propósito como nación. Porque tal vez no haya ningún país en el mundo en tan buenas condiciones para colaborar con el fin del hambre como la Argentina. Tenemos los mejores recursos naturales. Tenemos los mejores recursos humanos. Tenemos 250 empresas agropecuarias. Hay más de 14 mil industrias alimentarias de todo tipo y tamaño. Hay un complejo industrial que produce las máquinas, los insumos y los ingredientes necesarios. Hay empresarios, hay trabajadores. Hay conocimiento. Hay un Mar Argentino inexplorado.

La clave es que todo eso, encima, existe pese a tener todo en contra. Desde hace décadas, la Argentina improductiva tiene su pie apretando el cogote de la agroindustria, asfixiada con impuestos que le confiscan la renta y el capital, con retenciones que le quitan toda capacidad de invertir. Con un tipo de cambio propio de ladrones que condena al que exporta y premia a los parásitos.

Nuestra agroindustria, a diferencia de la del resto del mundo, funciona a media máquina desde siempre. Por eso Argentina es el país que más tiene para aportar. El que más puede multiplicar su aporte a la guerra contra el hambre del planeta.

La agroindustria argentina está condenada desde hace décadas a subsidiar al resto del país, con dos argumentos completamente falsos: que así Argentina puede desarrollar otras industrias (cosa que obviamente no ha sucedido, no somos capaces de exportar nada y al contrario dependemos de importaciones para hacer cualquier cosa) y que si no le chupáramos la sangre al agro en Argentina habría mucha pobreza (tengo una noticia: hace décadas que parasitamos al agro y la pobreza es del 40%).

Porque acá está la cuestión de fondo: en Argentina misma hay hambre. Por no liberar la energía de la agroindustria argentina, ponerla al servicio de una meta honorable como resolver el hambre mundial, lo que nos llenaría de orgullo y nos valdría un prestigio global, el reconocimiento del resto de las naciones, hemos terminado por no ayudar al mundo ni ayudarnos a nosotros mismos.

Tenemos que terminar con todo esto. Dar vuelta este país como una media. No es muy difícil de ver. Podemos ayudar a cientos de millones de hambrientos en el mundo y, en el camino, terminar con nuestra propia pobreza.

No sigamos siendo el país que deja solo al mundo. Si no lo hacemos por solidarios, al menos hagámoslo por egoístas. Alimentemos al mundo y forrémonos en el camino. Seamos ambiciosos. Va a ser la mejor manera de ser más generosos de lo que jamás hemos sido.

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