Feletti: ¿Y si te ponés una fábrica vos?

Alberto Fernández necesita asistencia psicológica. Porque el suyo es un gobierno disociado, con doble personalidad.

Como sabe que está a borde del abismo, el Presidente se reúne con empresarios para pedirles ayuda. Hoy irá a Idea, un cenáculo del círculo rojo. Y el jefe de Gabinete, Juan Manzur, va a Nueva York a jurar que después de las elecciones se pondrá orden en el delirio macroeconómico.

Pero, al mismo tiempo que Fernández da esta señales, la otra presidenta, Cristina Fernández, pone un talibán en la Secretaría de Gobierno: Roberto Feletti. Y Feletti dice lo más pancho que les va a ordenar a los comerciantes: “Señor, baje el precio” (eso es textual) que él haya ordenado.

Todo este plan patotero es inconstitucional, genera riesgo de violencia y, más importante, provoca lo que se quiere evitar: porque, si yo fuera comerciante, lo primero que haría si escucho esto sería subir los precios o cerrar.

Feletti dice que va a hacer esto porque quiere garantizar un “trimestre de consumo y alegría”. El siguiente trimestre ya se verá. Porque el que le importa es este, el de las elecciones.

Encima, el comisario Feletti dice que piensa ir de fábrica en fábrica, de súper en súper, con sus militantes, ñoquis y piqueteros a sueldo, a exigir que los pocos que todavía producen, industrializan, transportan y comercializan algo en Argentina desperdicien su esfuerzo, vendan a pérdida, si es necesario.

Feletti, sus patoteros, los piqueteros que ayer caotizaron las ciudades, deberían cambiar de enfoque. Si tanto les duelen la pobreza, los bajos salarios y los altos precios, entonces deben hacer algo que, por lo que ellos mismos dicen, debe ser muy sencillo: ponerse un feed lot, un molino arrocero o un súper y trabajar ellos, trabajar en serio, por una vez, y repartir lo que produzcan, en lugar de cobrarle fortunas durante años al Estado para hacerse los buenos extorsionando a los pocos que ahorran, invierten y trabajan de verdad.