Ganó Rosatti

Cristina Fernández se lució ayer con una vistosa jugada táctica, una picardía. Dividió su enorme bloque de senadores para quedarse con un puesto en el Consejo de la Magistratura que no le corresponde. A mucha gente le pude parecer una cosa distante, pero ese Consejo es el que designa y echa nada menos que a los jueces. Es el resguardo último de nuestros derechos.

Cristina le robó el lugar a Luis Juez. Puso a un senador propio en su lugar. El cordobés recurrirá a la Justicia pero difícilmente logre dar vuelta la decisión.

Fue una maña propia del viejo vizcacha. Como aquella vez que sorprendió a todos designando a Alberto Fernández como presidente colocándose a ella misma como vice. Qué jugadora.

Sin embargo, el lujo de esa gambeta no implica triunfo. Cristina ganó una escaramuza táctica, pero la batalla estratégica la ganó la Corte Suprema, específicamente su presidente, Horacio Rosatti.

Porque, al designar los nuevos consejeros que al principio Cristina se negaba a designar, la vicepresidenta terminó aceptando el fallo de la Corte que dio origen a todo el conflicto. Ahora rige la ley que ordenó la Corte, el Consejo tiene 20 miembros y no 13 y ya asumieron los nuevos consejeros que Cristina rechazaba.

Más importante: el nuevo presidente del Consejo es Horacio Rosatti, presidente de la Corte. Y, con eso, Rosatti y sus colegas de la Corte recuperan el manejo del presupuesto de todo el Poder Judicial. Que es una forma de influir sobre la Justicia tan importante como designar los jueces.

En definitiva, eso es lo que cambió. La relación de fuerzas dentro del Consejo entre kirchneristas y opositores no varía demasiado. Sigue sin haber nadie con el poder suficiente para echar o designar magistrados sin consenso.

El Consejo funcionaba como esas escenas de las películas de Quentin Tarantino en la que todos se apuntan entre sí con un arma. Si uno dispara, mueren todos. Y eso sigue siendo así.

La diferencia es que ahora la billetera para comprar las balas la maneja Rosatti.