Internas, internitas, internones en medio del incendio

El país está al límite del desborde financiero. El Gobierno no tiene cómo financiar un gasto gigantesco y, en buena medida, inútil. Hay provincias donde los chicos perdieron el 25% de los días de clase en el primer mes lectivo. 

El Banco Central no puede parar la sangría de dólares que ya no tiene. Algunos servicios públicos están al borde del colapso. La inseguridad castiga a la población como pocas veces antes. La pobreza está en niveles récord. Los ingresos de los hogares están en la miseria. La inflación aceleró su ritmo desquiciante.

El peronismo, dicen los peronistas es "el partido del poder". "A nosotros no nos van nunca yéndonos en helicóptero", dicen con orgullo.

Sin embargo, no pueden parar las internas múltiples que desangran al Frente de Todos, la alianza gobernante. Parecen no darse cuenta de que ya rociaron todo con nafta y encendieron todas las mechas. Y andan a los tiros. Todos contra todos.

La massista Malena Galmarini, una muy importante funcionaria de Alberto Fernández dice que las sospechas de corrupción que se han publicado sobre su marido, Sergio Massa, han sido divulgadas por el presidente.

El kirchnerista ministro de Inseguridad de Buenos Aires, Sergio Berni, dice, muy orondo que la única razón por la que el Presidente todavía no es un muerto político es porque aún molesta, cosa que los muertos no pueden hacer.

Aníbal Fernández, ministro de Alberto, sale a demoler a Axel Kicillof, el hiperK gobernador de Buenos Aires, quien protesta a viva voz porque la Nación no le manda 6.000 gendarmes. "Kicillof no tiene la más mínima idea de lo que dice", dice Aníbal.

Los disparos suceden dentro del propio Gabinete, donde cada ministro se parapeta en su propio ministerio. El ministro "K" del Interior, Wado de Pedro, reclamó un aumento salarial por decreto para empleados públicos y privados. Su colega, la ministra de Trabajo Kelly Olmos, le retruca. Le dice que si le preocupan tanto los sueldos le diga algo a su aliado "K" Kicillof, porque los peores salarios son los de los empleados municipales bonaerenses y, si hubiera un aumento por decreto, cientos de intendentes "K" no tendrían con qué pagar.

Son todas acusaciones graves. Insólitas. En cualquier otro país una sola de estas declaraciones serían un escándalo y provocarían una crisis y renuncias. Acá no. Acá estamos acostumbrados a convivir con toda esta manga de irresponsables que andan a los tiros en medio del incendio que ellos mismos provocaron.

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