Guillermo Kraisman

La quinta pata del gato

Kraisman, la “monjita” y nosotros los corruptos

06/03/2025 | 10:50

 

Redacción Cadena 3

Adrián Simioni

Hoy nos enteramos gracias a nuestro colega Francisco Panero, de una historia que dice mucho, muchísimo sobre nosotros, sobre la sociedad cordobesa, y que tiene relación con la primicia de nuestro compañero Juan Federico según la cual fue la vicepresidenta de la Legislatura, Nadia Fernández, la que contrató a la empleada fantasma que dio lugar al escandaloso caso Kraisman.

¿Cuál es la historia? El viernes, la Justicia de Córdoba condenó a una mujer de 75 años por nada menos que 29 estafas confesadas. Ya eso es llamativo. Pero más llamativo aún es cómo eran las estafas. Esta mujer les hacía creer a los estafados que se había criado en la Cárcel del Buen Pastor cuando todavía era una prisión para mujeres. Y que allí su mentora, la verdadera responsable de su crianza, había sido una monja con muchos “contactos” con gente influyente. En esta fantasía, por ejemplo, la monja era tía de Ramón Mestre hijo. Todo mentira, por supuesto. Con esas charreteras, esta mujer les hacía creer a sus estafados que podía conseguirles, presten atención a esto, puestos en Epec, en la Municipalidad, en el Gobierno provincial, chapas de taxis o viviendas sociales. Un cuento del tío. O no tanto.

Porque este es uno de los puntos en que me quiero detener. Que estos cuentos del tío son plausibles. En Córdoba es muy creíble que un perfecto desconocido te pueda “hacer entrar” en la Muni o en la Provincia. Y la realidad lo ratifica: porque, en efecto, nada menos que la vicepresidenta de la Legislatura puede hacer contratar empleados fantasma que dicen que ellos jamás fueron a trabajar mientras a su sueldo lo intentan cobrar el banco oficial dos punteros, una de ellas una desconocida, y el otro Kraisman, muy conocido por sus muchos antecedentes acumulados en años de corrupción. O sea, no es un cuento del tío. De hecho, sabemos que el aparato estatal está lleno de inescrupulosos: desde la contratada por un funcionario que, con la excusa de que los sueldos son bajos hacen contratar como fantasma a su esposo “por la obra social”, hasta el asesor que se jubila y, a cambio, hace contratar a su esposa en su lugar.

El otro punto notable del caso de la “monjita” es que nos expone como lo que somos: una sociedad formada en buena medida por corruptos. Porque resulta que los “estafados” por esta señora de 75 años le pagaron por recibir nombramientos, chapas o viviendas a sabiendas de que eran privilegios completamente ilegítimos, ilegales, corruptos. Una de las “damnificadas” por la “monjita” se engolosinó y empezó a pagarle a la estafadora “cuotas” no por una vivienda social sino por tres viviendas sociales en barrio Marqués de Sobremonte. Es masiva cantidad de cordobeses que aparentemente estamos dispuestos a agarrar lo que venga si viene de arriba, a quedarnos con lo que no nos corresponde, a formar parte de esta murga corrupta de inescrupulosos, farsantes, impostores, descuidistas y arribistas.

Es más: si la estafa no hubiera sido una estafa –si los clientes también corruptos de la estafadora hubieran recibido su empleo en la Muni, en Epec, o en algún ministerio- para la Justicia no hubiera habido estafa. Aunque la hubiera habido, sólo que en ese caso los estafados hubieran sido todos los cientos de miles de cordobeses honestos que pagan impuestos y todavía se resisten a sumarse a este festival masivo de corruptos en que nos hemos convertido.

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