La quinta pata del gato
15/09/2023 | 12:05
Redacción Cadena 3
Adrián Simioni
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La casta eres tú (Foto: Perfil)
Javier Milei ya no dejó lugar a dudas. Para él, los sindicalistas que hace más de 30 años se perpetúan al frente de sus sindicatos y desde ahí financian campañas partidarias, construyen fortunas privadas o prohíben trabajar a empresas y empleados, no son parte de la casta.
Ya lo había dicho en su momento, cuando se entrevistó con Gerardo Martínez, el propietario de la Uocra. Y ayer lo hizo luego de reunirse con Luis Barrionuevo, el dueño del sindicato de gastronómicos.
Básicamente el periodista Joni Viale le preguntó si Barrionuevo no era parte de la casta. Y Milei sugirió en principio que no, que no lo es. Su argumento principal parece ser que los sindicatos no viven del Estado, son entidades privadas y que, por tanto, si los jefes sindicales se perpetúan o no en sus cargos es porque los afiliados los votan. “Que lo resuelvan con los trabajadores a ese tema”, dijo Milei.
Sorprende que Milei, un liberal fervoroso, un libertario que en el discurso privilegia la libertad de los contratos, los tratos, los acuerdos, el comercio entre individuos por encima de cualquier cosa, use un argumento tan errado para defender a los nuevos amigos que está haciendo y que forman parte de la casta política desde hace 40 años.
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Porque no hay nada de libre en la corporación sindical. Por ejemplo, los aportes de los trabajadores a las obras sociales no son libres. Son obligatorios. Hay una ley que obliga a ceder parte del salario a una obra social. Aunque después el sindicalista que maneja el gremio use la plata para financiar al partido A y la obra social te deje sin servicio médico. Si un trabajador, molesto por esto, decidiese ahorrarse el dinero él mismo para usarlo cuando esté enfermo, no podría. Está prohibido. Por lo tanto, hay que ahorrar para eso por encima del dinero que te quitan y va al sindicato. Eso se conoce como una cuestión de orden público.
También son de orden público los sindicatos. Los albañiles y los gastronómicos no pueden formar un gremio distinto a los que manejan Martínez o Barrionuevo. Está prohibido. No son precisamente libres para un pensamiento como el libertario.
Tampoco son libres para acordar un sueldo. Si alguien quiere negociar un sueldo distinto al que acuerda el jefe sindical con una empresa, no puede. Está prohibido. Es tan irracional que en el mundo privado se le busca la vuelta. Pero con mucha inseguridad jurídica para el empleador o el empleado. En el Estado no se puede: un maestro pésimo va a cobrar lo mismo que uno excelente.
Y eso por no hablar de los aparatos políticos y clientelares que construyen muchos gremios con todo ese poder. De hecho, se dice que Milei no estaría pudiendo ver el carácter de casta de muchos sindicalistas porque estos le están ofreciendo miles de fiscales para que le cuiden los votos a Milei en las próximas elecciones. ¿Milei está negociando fiscalización a cambio de no avanzar en una reforma laboral, que es lo que más les importa a los sindicalistas para seguir manejando el dinero de la salud, mantener el monopolio gremial y ser dueños de los contratos laborales?
A medida que se acerca al poder las teorías de Milei parecen ir adaptándose a la cruda realidad del poder, a la voluntad de las corporaciones, en definitiva, a la casta. Para que eso no se note, Milei acaba de inaugurar un castómetro. Ya no es parte de la casta alguien que cumpla determinadas condiciones establecidas de antemano. Es casta aquel a quien Milei señala como parte de la casta. “La casta eres tú”. Si te lo dice Milei, sos casta. Si no te lo dice, no lo sos. Vueltas que tiene la vida: el defensor de la autodeterminación de los individuos según los intereses de cada quien termina imponiendo los rótulos según un único interés personalista, el de Milei como candidato.
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