La quinta pata del gato
29/09/2021 | 14:16 |
Adrián Simioni
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El precio de la diputada clausuradora subió más que el de los fideos guiseros
Consciente de que está rociando con pesos la inflación, el gobierno vuelve a insistir con controlar los precios de los alimentos.
La secretaria de Comercio, Paula Español, convocó a los supermercadistas para exigirles que se ciñan a los precios que ella les dicta. Les ordenó que no acepten listas de precios de los fabricantes que no estén autorizadas. El gobierno los amenaza con comenzar a exigir que se cumpla la Ley de Góndolas. Son tantas las violaciones a la Constitución que es difícil enumerarlas.
Primero, ¿quién se cree que es el gobierno o una funcionaria para exigirle a alguien que venda sus tomates a tal o cual precio? La Constitución garantiza la libertad de trabajo. Y si no te permiten pactar algo tan importante como el precio, esa libertad desaparece. Los esclavos no pactaban el precio de su mano de obra.
Segundo, ¿cómo es eso de aplicar o no una ley -que encima no tiene nada que ver con la inflación, como la de góndolas- según si alguien vende al precio que le ordenan o no? La ley de góndolas es pésima y debería derogarse, pero su aplicación es una orden del Congreso, no puede depender de las ganas de una funcionaria. ¿No hay más fiscales que actúen de oficio en Argentina?
El pánico oficial ante la inflación desequilibra a más de uno. Por ejemplo a la diputada K Cecilia Moreau; la misma que impidió la compra de la vacuna Pfizer por meter la palabra “negligencia” en una ley. Ahora, en otra muestra de sagacidad acaba de decir que, para ella, habría que “clausurar las sucursales de supermercados que especulen con los precios”.
De nuevo: ¿quién se cree que es Moreau para exigir que alguien venda al precio que a ella se le ocurre? Peor: ¿Moreau piensa que cerrando el súper de un barrio -y por lo tanto reduciendo la oferta y la competencia en ese barrio- los precios van a bajar?
Si tanto le preocupa el tema, Moreau podría dejar la comodidad rentada de su banca, ponerse un almacén en su cuadra y vender bien barato como ella les exige a los almaceneros.
O al menos podría renunciar al aumento salarial del 40% que se autodieron los diputados este año. Porque, al final, con ese aumento, el precio de esta diputada en lo que va del año ya se nos encareció a los ciudadanos más que el pan, el champú y los demás bienes de la canasta que mide el Indec, que se encareció 32 por ciento desde enero. 40 a 24 por ciento le va ganando la diputada a los fideos guiseros. 40 a 15 al azúcar. 40 a 27 al pollo entero. 40 a 24 a la cerveza. 40 a 39 a las hamburguesas.
Sin embargo, pese a eso, nosotros, los ciudadanos argentinos, que sí respetamos la Constitución, no andamos pidiendo por ahí que le clausuren la banca a la diputada Moreau por especular con el valor de su cargo.
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