La salud pública, otro barril sin fondo en el país centralista

El fin de semana estuvimos aturdidos por el país que se mira el pupo en Buenos Aires. Esta vez, fue la decisión del gobierno de Milei de reestructurar o cerrar un hospital de salud mental. Es el Hospital Laura Bonaparte, en la Capital Federal. Gran hecatombe. Otra vez el cuento del gobierno desalmado. Otra vez las víctimas del ajuste que jamás hicieron un ajuste.

Dos cosas para destacar. Una, tiene que ver con la eficiencia. El hospital tiene 612 empleados, con capacidad de 50 camas, de las cuales en promedio sólo están ocupadas 19. Además funciona como hospital ambulatorio y tiene, entre otras cosas, un centro cultural, una biblioteca pública y un jardín de infantes. Lujitos que se puede dar la Capital Federal.

Para comparar: un hospital como el Hospital Córdoba, el de mayor complejidad de esta provincia, tal vez del de mayor complejidad del interior del país, que te hace desde neurocirugías y quemados, hasta odontología y el transplante que necesites, tiene 998 empleados, contra 612 de un hospital de salud mental. 

Es más: en toda la salud pública cordobesa trabajan 12.840, que manejan 44 hospitales, 16 centros de atención primaria y 15 centros de rehabilitación no sólo para 3,5 millones de cordobeses sino para miles de personas de otras provincias y personas que vienen a atenderse a Córdoba. ¿Cómo puede haber semejante desproporción? Cómo vas a tener el 5% de este inmenso aparato cordobés para atender sólo un hospital de salud mental de 50 camas?

Y vamos al otro tema que explica semejante desperdicio. Y sobre lo que, por supuesto, no hemos escuchado una sola palabra en los medios porteños que le dieron tachín tachín al tema todo el fin de semana: ¿Qué hace la Nación pagando y atendiendo la salud mental pública de la Capital Federal? Digamos que lo mismo hace en el Conurbano, donde la Nación opera la Colonia Montes de Oca –hoy hospital Carrillo-. Alegría para Axel Kicillof y Jorge Macri, que así no tienen que hacerse cargo de todas sus responsabilidades, como el resto de los gobernadores. Porque a la Nación ni se le ocurrió jamás poner un hospital de salud mental en Mendoza, en Tucumán, en Santa Fe o en Córdoba.

Tenemos esto completamente naturalizado. Tan naturalizado como teníamos que al Gran Buenos Aires todos tenemos que pagarle el agua, las cloacas, los bondis, los trenes, la limpieza del Riachuelo, la justicia ordinaria, la Policía, las autopistas y miles de cosas más. 

Por eso nadie cuida el mango y termina triplicando, cuadruplicando, quintuplicando, vaya uno a saber, la cantidad de personal necesaria. Porque por décadas no le importó a nadie. Porque total pagaba la Nación, imprimiendo billetitos inflacionarios que nos comían a todos nuestros ingresos pero servían para mantener gente que cobra mucho y genera poco allí, en el pupo de este país lleno de argentinos de primera que viven en un paraíso de relax, sin exigencia de productividad y argentinos de segunda, acostumbrados a vivir con la lengua afuera.