Lo que nos costó el curso de Gobierno de Kicillof

Una semana tras otra nos van cayendo las facturas del master en gobierno, el curso de administración pública, que tuvimos que pagarle a Axel Kicillof cuando, en 2013, a Cristina Fernández se le ocurrió nombrar a este economista casi sin experiencia al frente del Ministerio de Economía.

La semana pasada nos enteramos de que, gracias a la pésima estatización de YPF que manejó Kicillof violando los estatutos de la propia empresa, la Justicia neoyorquina condenó a la Argentina a indemnizar a accionistas minoritarios de YPF por una suma que variará entre los 3.000 y los 19 mil millones de dólares. Que se sumarán a los 6.000 millones que ya había pagado Kicillof con plata nuestra por la mitad de la empresa, un valor que ya superaba entonces el valor total de la petrolera. Difícil encontrar un peor negocio.

Pero hoy nos enteramos de otra. La justicia británica acaba de condenar a la Argentina a pagar una suma que rondará los 1.500 millones de dólares a acreedores que probaron que Kicillof manipuló datos del Indec para pagarles menos. La historia no tiene desperdicio. Cuando Néstor Kirchner hizo el canje 2005 tras el default de 2001, les impuso a los acreedores defaulteados un bono atado al PBI. Era el famoso "queremos pagar pero nos tienen que dejar crecer" de Néstor Kirchner, algo que siguen repitiendo su esposa y su hijo. Estos bonos implicaban que, cuando la economía crecía más de 3,3% la Argentina les pagaba un extra de interés a los acreedores.

Pero resulta que en 2008 el gobierno empezó a mentir para abajo la inflación del Indec. Y, por una cuestión estadística, subestimar la inflación lleva luego a sobreestimar el PBI. Entonces Argentina estaba pagando de más. Entonces, en 2014, sin recalcular la inflación ficticia del Indec, Kicillof ordenó recalcular el PBI. Su recálculo dio una cifra de crecimiento menor que la que ya había calculado el Indec para el mismo año que superaba el 3,3%. Con el recálculo, los acreedores no cobraron ese año el premio extra que debían cobrar. Habían confiado en la extravagante propuesta de Néstor, "déjennos crecer para poder pagar". Y los muy cancheros, creyéndose muy vivos, pero ignorando profundamente cómo funciona el mundo, los curraron. Picardía criolla, la picardía de los tontos. Ahora nosotros vamos a pagar la cuenta de tanta incompetencia y necedad.