Nace una estrella: Chacho Álvarez de Kirchner

La quinta pata del gato

Nace una estrella: Chacho Álvarez de Kirchner

31/01/2022 | 11:33 |  

Adrián Simioni

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Nace una estrella: Chacho Álvarez de Kirchner

El silencio no tiene nada de malo. Sobre todo cuando la autora del silencio es Cristina Fernández de Kirchner, a quien millones de personas aborrecían justamente porque no paraba de hablar, sola, en cadena nacional. El problema con el silencio de Cristina es que, justamente ella, que siempre tiene muchísimo que decir, esta vez no tiene nada que opinar sobre el acuerdo entre el presidente que ella puso y el Fondo Monetario.

Y eso tiene enormes implicancias políticas.

Para Alberto Fernández ir al default no era una alternativa. Para Cristina Fernández tampoco. Ese hubiera sido el peor de los ajustes más salvajes.

Así que Alberto arregló. Él y su ministro Martín Guzmán les juran al kirchnerismo más fanático que lo que firmaron no es ajuste. Pero nadie se compromete a reducir el déficit, aumentar reservas, aumentar exportaciones y emitir menos dinero sin respaldo sin que haya un ajuste. Alberto podrá incumplir lo que firmó, pero lo que firmó es un ajuste.

Así que ahí está Cristina, navegando entre la hipocresía y la pusilanimidad, junto a su hijo Máximo y todos los demás antifondomonetaristas de jugandito. Se oponen pero no renunció ni uno.

La presidenta todavía está deshojando la margarita; a ver si le conviene o no apoyar el acuerdo. Si lo apoya, se le cae el relato: tanto bla-bla para terminar firmando lo mismo que firmó Macri. ¿Qué les va a decir a sus fanáticos cuando sus soldados en la Anses, el Pami, en Desarrollo Social, en Energía, tengan que empezar a firmar recortes y tarifazos? Lo peor: si ahora apoya un acuerdo que previamente rechazó, entonces le está cediendo el liderazgo del gobierno a Alberto Fernández; pasará de manejarle el gabinete a Alberto a ser una segundona.

Pero, si no apoya el ajuste, implica en los hechos abandonar la coalición que ella misma lidera. Y eso acarrea dos inconvenientes. Por un lado, si deja solo a Alberto -como hizo Chacho Álvarez cuando le renunció a Fernando de la Rúa- es gesto sería de una enorme cobardía e irresponsabilidad política. Irse de un gobierno que ella misma armó y condujo justo cuando las papas queman se paga con el olvido. Pero no es el honor o su legado lo único que pondría en riesgo Cristina dejándolo solo a Alberto: fuera del gobierno, abroquelada sólo en el 20% de fanáticos que saltarían a un precipicio si ella lo pide, Cristina perdería las chances de limpiar sus expedientes en la Justicia.

Esa es la clave del silencio. Si sigue siendo Cristina Fernández de Kirchner, la vicepresidenta pierde. Y si se transforma en Chacho Álvarez de Kirchner, también pierde.

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Por Adrián Simioni.

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