La quinta pata del gato
17/07/2024 | 11:19
Redacción Cadena 3
Adrián Simioni
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Ni las gracias les dimos: en 22 años, los sojeros regalaron sus campos al Estado
Esta madrugada se cumplieron 16 años del “voto no positivo” del vicepresidente Julio Cleto Cobos en el Senado, que selló no sólo la derrota de Cristina Fernández en su batalla contra el campo, sino que la llevó a una guerra sin control primero contra los medios (porque consideraba que se habían aliado al campo) y contra la Corte Suprema (porque consideraba que se había aliado a los medios). Locura total.
Qué hubiera pasado si Cristina no hubiera perdido esa guerra. Imposible saberlo. Pero es casi seguro que no hubiera habido “vamos por todo” ni ley de medios ni intento por colonizar la Justicia.
Lo que sí sabemos es lo que le pasó al campo. Ganó la batalla pero perdió la guerra. La sigue perdiendo hoy. Luis Picat, diputado nacional por Córdoba, productor y dirigente del agro, recordó justamente hoy este aniversario con este dato impresionante. Las retenciones a la soja llevan 22 años de existencia desde que Eduardo Duhalde las reimpuso tras el estallido de 2001. En esos 22 años, teniendo en cuenta los rendimientos por hectárea de soja de cada campaña y el precio internacional de la soja, los sojeros de la zona de Jesús María le regalaron al Estado un valor igual al de la hectárea que cultivan. O sea que en estos 22 años podrían haber teóricamente duplicado sus campos.
En efecto, la suma de todo lo que confiscó el Estado en 22 años –sólo por retenciones, sin todos los demás impuestos- da 8.455 dólares. Que es lo que vale aproximadamente una hectárea agrícola en Jesús María. Como el cálculo está hecho en relación al rendimiento, esta estimación puede proyectarse al resto: cuanto más soja produce, más vale el campo y más retención paga. Así que puede decirse tranquilamente que, en 22 años, los sojeros argentinos le regalaron al Estado las 16 millones de hectáreas que se cultivan con soja. Casi media pampa argentina les confiscaron. Y ese Estado es peor que el anterior. Lo único que supo producir es más pobreza. No hay prueba más contundente de la corrupción, la ineptitud y la indolencia de toda esta política extravagante que ningún otro país aplica.
En los mismos 20 años y sin el robo a mano armada de las retenciones, Brasil triplicó su producción de soja y quintuplicó las exportaciones de esa oleaginosa. Argentina se estancó.
Pero hay algo más grave: nadie tiene drama en permitir que la idiotez continúe. Porque si, en 2008, los sojeros y el campo en general tuvieron muchos motivos para enfurecerse, hoy la situación es peor: porque la retención sigue siendo la misma, pero los precios internacionales son mucho más bajo y, encima, cobran un dólar oficial que les saquea otro 30% extra de lo que producen.
Veintidós años estampándonos el helado en la frente, en los que los sojeros nos regalaron más del doble de todas las hectáreas cultivables de una provincia como Córdoba. Veintidós años en los que ni siquiera les dimos las gracias.
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