Marcha universitaria (foto: archivo)

La quinta pata del gato

No hay un único modo de defender la Universidad, como te quieren hacer creer

02/10/2024 | 10:47

 

Redacción Cadena 3

Adrián Simioni

Audios

No hay un único modo de defender la Universidad, como te quieren hacer creer

La marcha universitaria de hoy se convoca bajo un relato hegemónico que no es nada sutil. Es tosco. Sin embargo, pasa. Consiste en hacer creer que todos los que no respaldan la marcha están en contra de la Universidad Pública y sin aranceles.

Como si hubiera una sola forma de estar a favor de una universidad para todos. Es un falso relato.

Que lo que busca es eludir cualquier control social sobre la corporación docente y no docente que maneja la universidad.

/Inicio Código Embebido/

/Fin Código Embebido/

No es que haya corrupción. Puede haberla en todos lados, pero no es determinante del presupuesto. No es que no haya rendición: las facturas se pasan, pero la SIGEN sólo controla los tickets, la formalidad del gasto, no la racionalidad del gasto.

Ese es el tema de fondo: es de eficiencia, es de racionalidad (el año pasado crearon 5 universidades, cuatro en el Conurbano, sin hablar de dónde sacar los fondos), es de falta de ahorro (crean nuevas carreras pero no cierran ninguna de las que no tienen ingresantes ni estudiantes ni egresados), es que nunca se resuelve el tema de los escasos egresados.

Es de la negativa cerrada a tocar mitos de la universidad: casi 5% de estudiantes extranjeros que estudian gratis, arancelamiento cero para todos, donde no se acepta siquiera que los egresados paguen una sobrealícuota de Ganancias, donde no se acepta un sistema de créditos blandos a devolver.

Es una defensa corporativa gremial. Para el relato oficial, defender la universidad gratuita es darles a los docentes y no docentes un barril de dinero sin fondo para que ellos hagan lo que quieran, para que nunca echen a nadie, para tener controles muy laxos entre ellos mismos, donde una mano lava la otra, donde nadie toma lista para saber si el jefe de cátedra da el teórico o no; o si desde la pandemia manda a sus alumnos a ver la misma clase que aquella vez grabó en YouTube, o si le pasa el muerto a los adjuntos, asociados y JTP; donde está prohibido preguntarse si donde hay cuatro cargos no sobra con tres. Donde nadie va a ver una clase para saber si el profesor está a la altura o si es un chanta y donde ambos cobran igual. Donde no existen las metas: cada uno hace lo que quiere según su voluntad y su vocación, donde no hay premios ni castigos porque las autoridades universitarias que comandan todo esto son elegidas por los propios profesores que esas autoridades deberían controlar. Es una empresa estatal donde los gremios eligen desde el CEO hasta los gerentes, con fondos de los que no deben rendir cuentas.

Sólo tenemos que confiar sí o sí en que son todos ángeles y son todos brillantes, todos científicos genios del Balseiro que se van a ir del país si no les damos todo lo que piden. Donde los expertos que hablan para justificar el presupuesto universitarios son ellos mismos universitarios. Nada de eso se discute jamás. Estamos atrapados.

Así, la universidad pública termina siendo muy poco pública. Es una caja negra donde nos exigen que pongamos siempre más dinero sin preguntar. Es más una universidad prerreformista, encerrada en un claustro adonde los monjes modernos no nos dejan entrar. No sé si Deodoro Roca iría a la marcha de hoy.

La ley de financiamiento universitario le da a esa corporación sin autocrítica y sin metas conocidas un ajuste total por inflación retroactivo a noviembre. Es decir, los excluye del proceso de ahorro que tiene que hacer todo el Estado para que podamos dejar de emitir dinero y subir impuestos que asfixian a la economía. Y ellos, la corporación universitaria, no hizo ninguna, ninguna, ninguna propuesta de ahorro. Quieren seguir viviendo en el país inflacionario sin hacer ninguna contribución al ahorro, al ajuste, a la austeridad que todo el país tiene que hacer y está haciendo.

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/Fin Código Embebido/

Es una pésima forma de defender la educación pública, porque la torna inviable. Sólo se puede financiar con inflación o quitándoles a otros sectores más de lo que esos sectores perdieron. Y eso es inviable. Además de moralmente injustificable.

Porque no hay una única forma de defender la universidad pública.

Yo quiero que siga habiendo universidad sin arancel para todos, porque es muy importante para igualar aunque sea un poco las oportunidades, para que haya un lugar donde mezclarnos en una sociedad clasista de barrios cerrados, conurbanos miserables y ruralidades dispersas y porque es vital para la movilidad social.

Pero eso no es igual a decirle que sí siempre a todo lo que exija la corporación docente sin que nadie sepa para qué y cómo se gasta el dinero. Exigir a la corporación sindical docente que sea mejor, más eficiente, que se autoimponga metas, que sea racional, que contribuya a la austeridad, que rinda más, es la mejor forma de defender la universidad pública, para que sea sustentable y para que el privilegio del que muchos, como yo, hemos gozado pueda seguir existiendo para los estudiantes que vendrán.

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