La feria de los libros "malos" y los "buenos".

La quinta pata del gato

Otra vez, la feria de libros "malos" y los libros "buenos"

03/09/2021 | 11:11 |   

Adrián Simioni

Otra vez, la Feria del Libro de Córdoba es el escenario de un conato de censura, de un amague de veto a escritores y autores que no se identifican con el progresismo autopercibido de nuestra modesta comarca intelectual.

Aparentemente, según cuenta La Voz del Interior y sin que eso haya sido desmentido hasta ahora, la curadora de la Feria, Graciela Bialet, había rechazado que en la feria se presentara el libro La Batalla Final de Cristina, una obra del periodista Daniel Santoro, de larga trayectoria en Clarín y hace días sobreseído en una causa judicial en la que operadores del kirchnerismo intentaron vincularlo a una extorsión. El libro es sobre la estrategia de la vicepresidenta para operar sobre la Justicia para eludir alguna condena en las 7 causas por corrupción que tiene en su contra.

Aparentemente Bialet, quien este año decide qué actividades habrá en la feria, rechazó presentar el libro porque, según ella, la obra tiene “tinte político”.

Eso es obvio, desde el título. Como lo es con muchísimos textos. Es más: al propio progresismo le encanta decir que “todo es político”. Incluso la propia Bialet podría considerar políticos a sus propios bonitos libros infantojuveniles, que como toda obra materializa posiciones, ideologías y valores del propio autor.

Es más: la propia Cristina Fernández presentó su libro “Sinceramente” en la feria del libro de Buenos Aires y nadie se escandalizó.

Según La Voz, Bialet explicó su decisión con un enigma: si se presenta este libro “nos clausuran la feria”, habría dicho.

Estaría muy bueno saber a qué se refería. Lamentablemente no pude contactar a Bialet.

Su rechazo a un periodista como Santoro, si lo hay, es lógico: en 2015, por ejemplo, denunció con otros intelectuales K al “terrorismo periodístico” que, según ellos, estaba detrás de la masiva marcha por el esclarecimiento de la muerte del fiscal Alberto Nisman.

Finalmente, el agua no llegó al río. El libro se presentará, decidió ayer la comisión de la feria, que hace un ratito acaba de tratar este entuerto en una reunión.

Pero llama la atención la repetición de estos episodios. Recuerda al de 2012, cuando la Universidad Nacional de Córdoba, con la entonces rectora K Carolina Scotto, amagó con retirar su apoyo a la feria si en ella se presentaba el periodista Jorge Lanata. O cuando en 2011 el entonces director de la Biblioteca Nacional, nada menos que Horacio González buscó impedir al Nobel de literatura Mario Vargas Llosa.

No por reiterado debe dejar de llamarnos la atención un hecho: la vocación censora en estas ferias siempre parte de un sector que se autodenomina progre, pero al que, sin embargo, cada tanto se les notan las ganitas de salir a quemarse un par de libros. Y uno piensa en lo que serían capaces de hacer. Si pudieran.

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