La quinta pata del gato
27/07/2021 | 10:59 |
Adrián Simioni
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Otro negoción para los Moyano, con plata de todos
Facundo Moyano, hijo de Hugo Moyano y diputado, acaba de presentar un proyecto para estatizar los accesos viales a la Ciudad de Buenos Aires. Es decir, para estatizar los peajes. La ocurrencia es tan equivocada que uno no sabe por dónde empezar.
Primero, hay una cuestión política, de poder. Moyano ha sido el ex secretario general del gremio de los peajes. Y el clan Moyano y su grupo de negocios sigue manejando el gremio. O sea que tenemos a las mismas personas que pueden hostigar a la concesionaria de peajes (con exigencias absurdas, con reclamos y protestas) y al mismo tiempo impulsar su estatización en el Congreso con un interés corporativo.
Segundo, hay una cuestión económica profunda. El de los peajes es uno de los sectores donde más productividad se puede ganar sustituyendo mano de obra. En casi todo el mundo la tecnología hace que los peajes empleen a muy poca gente. Sin empleados de peajes, los Moyano se quedarían sin sindicato. Es obvio que la estatización que quieren los Moyano busca bloquear cualquier modernización. Mantener empleos puede parecernos muy positivo. Pero si vamos a mantener para siempre empleos que ya son innecesarios sepamos que eso nos seguirá empobreciendo. Las sociedades se enriquecen cuando la gente trabaja y trabaja en cosas útiles, no en cosas que la historia ya dejó atrás.
Tercero, hay una cuestión fiscal. Si el plan Moyano prospera, otra vez convertiremos a una empresa pagadora de impuestos (la concesionaria privada que hoy opera los peajes) en una empresa estatal consumidora de impuestos. Antes de seguir estatizando empresas, los estatistas argentinos deberían demostrar que Aerolíneas Argentinas, YPF o Aysa pueden funcionar sin pérdidas siderales, sin subsidios, pagando impuestos y siendo capaces de financiar sus propias inversiones. Si no, el déficit fiscal argentino no sólo no va a terminar nunca. Se va a seguir multiplicando.
Por último: hay una cuestión federal. Las autopistas de Capital Federal y el conurbano dependen la Nación, no de la Ciudad y la Provincia de Buenos Aires. Entonces, cuando por ineficiencia o inflación estas empresas necesitan aumentar sus tarifas, la Nación las congela para no quedar mal con los votantes del Gran Buenos Aires. Y cubre el faltante con subsidios que se pagan con impuestos que pertenecen a todo el país. No es una fantasía. Es lo mismo que pasa con los colectivos, el agua, las cloacas y la electricidad, entre otras cosas, donde todo el interior tiene que pagarse sus propios servicios y, además, pagar los subsidios del Gran Buenos Aires. No hace falta agravar aún más eso con esta idea del clan Moyano, genial para los negocios del capitalismo sindical de la Argentina, pero pésima para todos los demás.
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