Pedir prestado para una multa: la condena de Alberto

La quinta pata del gato

Pedir prestado para una multa: la condena de Alberto

17/05/2022 | 12:55 | Por Adrián Simioni

Redacción Cadena 3

Adrián Simioni

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Pedir prestado para una multa: la condena de Alberto

Más de medio país está otra vez indignado. Esta vez es porque Alberto Fernández va a zafar de las penas de prisión que él mismo decretó para quienes violaran la cuarentena, como él lo hizo. El fiscal que debe tratar de meterlo en la cárcel aceptó que, en lugar de eso, el presidente pague una multa de 3 millones de pesos.

Obviamente esto incendia las almas. Sobre todo de quienes ni siquiera pudieron despedir a una madre, a un abuelo, por cumplir el decreto presidencial al mismo tiempo que el presidente lo violaba, mientras por la tele nos levantaba el dedito y nos llamaba "idiotas".

Sin embargo, la indignación impide ver el bosque. El decreto de Alberto Fernández era una idiotez en su origen. A casi todos nos parecía una reverenda estupidez la amenaza de prisión a una jubilada que tomaba sol sola en una plaza. O la persecución a un remero en el medio del Río de la Plata.

Alberto Fernández firmó una imbecilidad. Pero justamente por eso, también sería absurdo pretender que metan en el calabozo a un presidente por haber violado aquel decreto ridículo.

Lamentablemente, los sensatos no pueden condenar a los hipócritas con poder a las mismas imbecilidades que esos hipócritas condenan a los sensatos. La hipocresía no es un delito penal.

El árbol de la indignación también tapa otro detalle: desde el entorno de Alberto Fernández hicieron trascender que el presidente deberá "tomar un crédito" para poder pagar la multa. Trasciende como un elogio. El presidente sería así "honesto", a diferencia de otros antecesores para los cuales tres millones de pesos serían un vuelto.

La verdad, ¿es un elogio que alguien que llega a presidente jamás haya ahorrado nada? ¿no era el ahorro una virtud? Fernández no viene de un hogar humilde. Es hijo de un juez. Es abogado. Profesor universitario. Durante más de dos décadas cobró sueldos públicos jerárquicos. Su único hijo vino con un puesto bajo el brazo porque a los 20 ya lo pusieron a sueldo en el grupo estatal Bapro. A su ex, en la Afip. El poco tiempo que Alberto estuvo fuera del Estado su amigo Néstor Kirchner le garantizó contratos con empresas como YPF. Sin embargo, el presidente argentino es casi un homeless. Apenas tiene dos medios departamentos. Y ha vivido de prestado en lo de un funcionario amigo, según ha dicho él mismo. Su última declaración patrimonial, contando todo, es de 5,7 millones de pesos, no llega a 30 mil dólares blue. Y, claro, para pagar esta multa de 15 mil dólares tiene que pedir un préstamo.

Parece mentira. Si fuera mentira, estaríamos ante otra exhibición olímpica de hipocresía y eventualmente otro posible delito penal. Si no es mentira -y parece ser verdad- entonces le hemos dado el manejo de un país quebrado y forzado a la austeridad a un señor que en su vida fue capaz de ahorrar un peso.

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