La quinta pata del gato
25/11/2022 | 13:44 |
Redacción Cadena 3
Adrián Simioni
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Por qué Alberto necesita un avión
Cómo no va a querer tener un avión Alberto Fernández. Si a los únicos lugares donde le permiten ir quedan lejísimos de la Casa Rosada.
Hace unos días no lo invitaron a la celebración del día de la militancia que festeja el PJ, el partido que el propio Alberto Fernández preside, que además, da la casualidad, preside también el país en nombre de ese mismo partido. Hay apenas 58 kilómetros de la Rosada a La Plata.
Lo del jueves fue peor. No le permitieron ni siquiera salir del despacho para cruzarse hasta la placita de enfrente, la Plaza de Mayo, y participar del depósito de las cenizas de Hebe de Bonafini.
Madres de Plaza de Mayo cumplió a rajatablas el contrato que escrituró a ese organismo a nombre del kirchnerismo, y ni hizo falta dar la orden de menospreciar al Presidente no invitándolo al acto.
Pobre Alberto. Da un poco de lástima. Nunca hizo nada en contra de estos organismos. Al contrario, siguió dándoles todas las canonjías que casi todos los políticos les dan para conseguir su salvoconducto moral, pero no tuvo suerte.
Y eso que Bonafini y Madres de Plaza de Mayo han demostrado una altísima capacidad de adaptación si el cristinismo así lo necesita.
Este jueves, sin ir más lejos, junto a las cenizas de Hebe se depositó un rosario que le había mandado el papa Francisco. Muy lejos de cuando, en 2013, Bonafini y sus militantes dieron a entender que habían usado el altar de la Catedral de Buenos Aires como baño en una de sus protestas.
Bonafini odiaba a Bergoglio, entonces arzobispo de Buenos Aires, al que acusaba de avalar el secuestro ilegal de curas durante la dictadura en paralelo a la guerra que mantenía el cura con los Kirchner. Pero después de ser ungido Papa hubo un pacto: Bergoglio los adoptó y los periodistas K borraron las notas que habían escrito en su contra. Y Hebe se plegó. Todos amigos. Menos Alberto, pobre.
Así que, ¡cómo no va a querer un avión el Presidente! Si los únicos lugares donde lo reciben, si no con ganas, al menos con la amabilidad técnica de los protocolos diplomáticos, es en el extranjero: en las reuniones del G20, en las cumbres climáticas. Allí Alberto puede sobreactuar abrazos y alabanzas con Macron, Pedro Sánchez, López Obrador o Lula.
Así que hay que tender un manto de piedad y comprender su urgencia por comprar un avión de 22 millones de dólares. La razón no es la que dijo ayer su vocera, Gabriela Cerruti, es decir, que los presidentes no pueden tomar vuelos comerciales por razones de seguridad establecidas internacionalmente. Si no, el mejicano López Obrador no hubiera vendido la flota presidencial, Macri no hubiera volado como presidente con su esposa en vuelos comunes de Aerolíneas Argentinas, ni Angela Merkel hubiera aterrizado en Buenos Aires para el G20 de 2018 en un vuelo comunardo de Iberia.
A otro perro con ese hueso, Cerruti. Alberto quiere un avión porque sólo puede ir a lugares lo más alejados posibles de su propio Gobierno.
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Lo dijo a Cadena 3 el operador turístico Horacio Méndez. Adelantó que un pasaje se pagará un 115% por sobre el precio base. El arancel se va a aplicar tanto a vuelos de cabotaje como internacionales.
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Se va a aplicar tanto a vuelos de cabotaje como internacionales. Gustavo Beggiatto, operador turístico, indicó a Cadena 3 que un pasaje al exterior saldrá un 112% por sobre el precio base.