Precios Justos, la rendición

El fin de semana nos enteramos de que Sergio Massa se apresta a lanzar una nueva versión de Precios Justos. El objetivo es sumar a los supermercados y almacenes de barrio, donde los precios son 30% mayores que en las cadenas grandes, donde existe el sistema Precios Justos. Lo han pedido los propios negocios chicos, porque están perdiendo ventas. La ventaja de los negocios chicos es que están más abastecidos que las cadenas, donde suele haber más faltantes. Es que obviamente los fabricantes de alimentos prefieren vender a través de los negocios chicos, donde no tienen límites de precios.

¿Cómo piensa lograr esto el gobierno? Bueno, básicamente avalando una mayor suba de precios en los súper, para que la brecha de precios se reduzca, y presionando a los fabricantes para que provean unos 40 productos a los comercios chicos a precioscon algún tipo de contención.

Claro que esto implica, en los hechos, una especie de rendición de los Precios Justos. Una parte de los productos, cuyos precios se suponía iban a estar congelados en mayo, junio y julio, van a aumentar, ya, 3,8%. Y el resto de los productos de Precios Justos, que podían subir 3,2 por ciento al mes, van a subir un 1,8% adicional el día 20 de cada mes. O sea que la mayor parte de los productos de Precios Justos van a subir en torno al 5% mensual. Y eso siempre en el supuesto de que el gobierno logra controlar algo.

Ahora, queda flotando una pregunta: ¿qué control de la inflación es avalar que los precios presuntamente controlados aumenten 5% al mes? ¿qué sentido tiene? En el fondo, es una forma de admitir, sin admitirlo, que los controles de precios no sirven, algo que ya sabíamos. Los precios justos tal vez regirán, pero porque se dejan de ser "justos" para pasar a ser "altos". Es la rendición de hecho los Precios Justos.