La quinta pata del gato
30/03/2023 | 12:29
Redacción Cadena 3
Adrián Simioni
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Sancor y la plata del Estado, temporada 12
La cooperativa láctea Sancor -hace muchos años orgullo del país- viene con complicaciones desde que, hace 16 años, a Néstor Kirchner se le ocurrió que su amigo Hugo Chávez se hiciera cargo de la enorme deuda de Sancor a cambio de que ésta exportara leche a Venezuela.
Las cosas venían mal desde mucho antes. Sancor venía manejada desde hacía décadas por una nomenklatura de gerentes que eran muchos, caros e inoperantes, votados por cooperativistas que nunca terminaban de ser dueños de la empresa a los que les dolieran las pérdidas. Los cooperativistas que dirigían Sancor tendían a ser mano sueltas con el gremio Atilra y también con el precio que pagaban por la leche -total no era plata de ellos y eso les facilitaba ser elegidos-. O sea, a nadie le importaba si perdía dinero. Cuando Sancor no daba más con sus deudas, de un modo u otro aparecía el Estado a salvarla. Si los políticos se negaban quedaban como unos desalmados: ¿cómo podían negarse a "salvar" a una industria que, además de ser "cooperativa" (y por lo tanto "buena") se dedicaba a un producto tan sacrosanto y blanco como la leche?
Néstor vio la oportunidad de quedar bien y pasarle el muerto a Chávez. Pero tampoco funcionó. La Venezuela bolivariana al final quebró y dejó de ser pulmotor de Sancor, que siguió haciendo las cosas como siempre.
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Cuando la cooperativa volvió a necesitar un salvataje, era el gobierno de Macri. Y el gobierno dijo "no". A Sancor no le quedó otra que reestructurarse. Algunas de sus valiosas instalaciones y marcas pasaron a otras lácteas privadas que habían logrado milagrosamente desarrollarse pese a la competencia desleal que había sido la Sancor siempre salvada por el Estado. Y hoy siguen funcionando.
Y Sancor en sí quedó como una empresa más chica, más controlada que nunca en los hechos por el sindicato Atilra. Prometieron que buscarían socios para capitalizar, reestructurar y eficientizar a Sancor. Y apareció un grupo empresario más vinculado a la política que al ordeñe. Pronto se vio lo que en verdad querían: que el Estado de algún modo les diera 60 millones de dólares para seguir jugando el mismo juego de siempre. El tema Sancor pasó por distintos mostradores del gobierno de Alberto Fernández, pero nadie quiso, pudo o supo darle el dinero. Y ahora el grupo empresario ha anunciado que se retira, que ya no tiene interés. Otra vez queda Sancor boyando. Y no está mal. Ya hace demasiados años que Sancor dejó de saber cómo manejar bien el negocio de la leche. Hay que saber soltar. Y dejar que en la industria queden los que saben prosperar sin privilegios estatales.
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