La quinta pata del gato
02/09/2024 | 12:28
Redacción Cadena 3
Adrián Simioni
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Una protesta poco diplomática
Hoy lunes, en un país donde la extravagancia parece ser la norma, los diplomáticos argentinos han decidido llevar a cabo una protesta frente a la Cancillería Argentina, en el Palacio San Martín de Buenos Aires. La razón de esta manifestación es su resistencia a pagar el impuesto a las ganancias sobre los ingresos adicionales en dólares que reciben aquellos que trabajan fuera del país.
Este descontento no es nuevo. Desde la reforma del impuesto a las ganancias en agosto, los diplomáticos ya habían comenzado a protestar. Sin embargo, fue tras recibir sus sueldos de julio a principios de agosto, donde se les aplicaron los descuentos correspondientes, que la situación se tornó más tensa.
Los ingresos de estos diplomáticos oscilan entre 7 mil y 14 mil dólares mensuales, y alegan que con los descuentos pierden hasta el 50% de su ingreso, una afirmación que resulta cuestionable.
Es importante aclarar que el impuesto a las ganancias se aplica por tramos, comenzando en un 5% y llegando hasta un 35%. Por lo tanto, hablar de una pérdida del 50% es, en términos claros, una exageración.
La reforma busca restablecer el espíritu original del impuesto, que es aplicable a todos los ingresos que cualquier persona recibe, independientemente de su naturaleza. Esta medida es necesaria para evitar distorsiones y elusión fiscal, algo que ha sido un problema recurrente en el país.
Los diplomáticos, que se encuentran en un país con un 40% de economía informal debido a los altos impuestos, están organizados y han llegado a realizar paros de dos horas, incluso en momentos de asambleas en Naciones Unidas.
Han presentado amparos judiciales y, en la Cancillería, los carteles de protesta son visibles, haciendo que el lugar parezca más una facultad que una sede diplomática.
Las propuestas para resolver esta situación han sido variadas. Algunos sugieren compensaciones por parte de la Cancillería, pero cualquier compensación también debería ser considerada un ingreso y, por ende, estar sujeta al impuesto. Otros han propuesto utilizar los fondos recaudados por los consulados para compensar a los diplomáticos, aunque esto también es problemático, ya que esos fondos no son ingresos propios.
Uno de los puntos que me resulta más curioso es la queja sobre el costo de vida en lugares como Hong Kong, donde el alquiler de un departamento para un diplomático puede alcanzar los 5 mil dólares. Sin embargo, me pregunto si realmente es necesario que Argentina mantenga un consulado en Hong Kong, dado que muchas de estas estructuras parecen arcaicas y desactualizadas.
En resumen, la diplomacia argentina se encuentra en una encrucijada: protestan por mantener privilegios que los eximen de pagar impuestos, mientras que el resto de la población enfrenta una carga fiscal considerable. Mi consejo para ellos sería claro: si no están conformes con las condiciones actuales, siempre existe la opción de renunciar.
Tal vez eso podría ser un cambio saludable, permitiendo que otros asuman esos puestos y contribuyan al sistema tributario, en lugar de seguir siendo consumidores de impuestos. Es hora de que todos, incluidos los diplomáticos, asuman su responsabilidad fiscal y contribuyan al bienestar del país.
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