Una vacuna para el afano masivo que no vemos

La quinta pata del gato

Una vacuna para el afano masivo que no vemos

22/02/2021 | 11:56 |  

Adrián Simioni

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Una vacuna para el afano masivo que no vemos

Estoy sorprendido. ¿Por qué están todos tan asombrados por el vacunatorio VIP? ¿Esperaban algo distinto en el país del acomodo, del atajo, de la trampa, del contacto?

La casta que gobierna desde hace años que tiene como práctica apropiarse del Estado, de sus empleos, de sus sueldos, de sus contratos, de sus empresas… ¿por qué no iban a hacer lo mismo con la vacuna?

Lo sorprendente es que nos enoje tanto que Horacio Verbitsky se haya llevado una vacuna bajo el poncho y no apropiaciones del Estado que son mucho más costosas que mil vacunas y que no paran de suceder día a día. Menciono apenas algunas, de los últimos días, y vinculadas de algún modo a la vacunación.

Miren a Estela de Carlotto, la presidenta ultraK de Abuelas de Plaza de Mayo. Admitió que la llamaron del gobierno para vacunarse, pero aclaró, sobreactuando honestismo, que a diferencia de Verbitsky, ella no fue al VIP sino a un hospital. Pero ojalá el privilegio de Carlotto fuera el de saltarse la fila de vacunación. Sus privilegios son mucho más onerosos: por ejemplo, la semana pasada a su hijo, Remo Carlotto, le crearon un cargo de embajador plenipotenciario en la Cancillería como “representante especial en derechos humanos en el ámbito internacional”. Otro sueldazo que vamos a pagar en el quebradísimo Estado nacional, que sigue inventando cargos para los hijos del poder, incluso cuando ya son grandulones de 58 años de edad. ¿Esta gente nunca sabe hacer nada en el sector privado?

No sólo hay para los ricos y famosos con sangre azul progre. Cada político populista argento se mantiene en el poder gracias a que usa el Estado para comprar votos y clientes. Como el de este caso que saltó la semana pasada. Que marcamos acá pero volvemos a marcar. A todos les indignó que el intendente del pueblito santacruceño de Comandante Piedra Buena se haya vacunado junto a su esposa y a su chofer. Pero no nos indigna que el intendente de un pueblo que en su máxima extensión tiene 30 cuadras, tenga chofer. Así manejan las finanzas públicas estos gobernantes, con capacidad inagotable para quemar en cosas inútiles todos los impuestos que le mandamos. Nunca habrá coparticipación que les alcance. A cada uno de sus ñoquis los tenemos que mantener 30 años como mínimo y seguir manteniéndolos cuando se jubilan.

Otro ejemplo es el propio hospital Posadas, que forma parte del escándalo de las vacunas. Tiene nada menos que 5.200 empleados. Para comparar: el hospital Córdoba, el mayor hospital público cordobés, de altísima complejidad y múltiples servicios, tiene mil empleados. En noviembre de 2015, a semanas de irse, el cristinismo efectivizó de un saque entre 1.500 y 2.000 empleados en el Posadas, muchos de ellos, familiares de empleados. ¿Salud o clientelismo? ¿Por qué nos indignan tres vacunas y no el saqueo sistemático y constante?

Nuestra corrupción es estructural, masiva y se distribuye desde la realeza de estos oligarcas disfrazados de populares hasta la tropa de aplaudidores ñoquis en la base. No son dos o tres amigos del poder que se afanan una vacuna. El acomodo y el chorreo son la plasticola que mantiene unida a toda esta casta que nos manda y que considera que tiene el derecho divino a que la mantengan para siempre a cambio de nada.

Nos hace falta una vacuna para eso. Para empezar a ver los saqueos cotidianos que ya no vemos porque estamos acostumbrados y para empezar a exigir que se elimine toda esa corrupción masiva que ya no podemos seguir pagando.

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