¿Y ahora qué hacemos con Néstor Kirchner?

En un pueblito de Buenos Aires de apenas 12 mil habitantes hay un desmesurado monumento con un  de 4 metros de altura.

Uno podría viajar en bondi por 8 provincias del país y siempre llegar a una terminal que se llame Néstor Kirchner.

Hay incluso un aeropuerto que se llama Néstor Kirchner, el de Villa María, en el que nunca aterriza nadie desde que se construyó, sin ningún sentido más que el de hacerle pagar una obra fastuosa al Estado, hace 11 años.

Hace mucho, alguien creó un blog que se llamaba "Ponéle Néstor a todo", y llegó a registrar 179 obras públicas bautizadas con el nombre del expresidente. Hay de lo que quieras. La fiebre llega hasta nuestros días.

Ayer mismo el ministro Sergio Massa se reunió con la Corporación Andina de Fomento para conseguir créditos para la segunda parte del gasoducto hace poco bautizado como Néstor Carlos Kirchner.

¿Qué vamos a hacer con todo esto después del fallo que condenó a seis años de cárcel a Cristina Fernández por robarle al Estado junto a Lázaro Báez?

Porque, seamos claros: la trama corrupta que condenaron los jueces y que describieron ayer en un breve anticipo de lo que serán los fundamentos, no se inició con Cristina. Se inició con Néstor, que dejó grabada en un video para la posteridad la excitación que le generaban las cajas fuertes.

No sólo eso. Hasta su esposa ha dicho que, para Néstor, tener mucha plata era la única forma de hacer política en serio.

Ese fue el sentido de la corrupción. Apropiarse de recursos del Estado para financiar desde ahí la perpetuación en el poder.

Lázaro Báez, Julio de Vido, José López, Ricardo Jaime y otros condenados por corrupción eran amigos de Néstor. Cristina los heredó. Como la vice puede ser cualquier cosa menos tonta y además es una política de primer nivel, no ignoraba nada de eso.

Suena cada vez más real aquella crónica que dejó la periodista Susana Viau en la que contaba cómo Cristina deambulaba por la Quinta de Olivos, luego de la muerte de Néstor, preguntándole al cielo: "¿Por qué me dejaste este quilombo?".

La propia vicepresidenta casi que tiró a Néstor debajo del tren el fin de semana, cuando le negó a un diario brasileño que Lázaro haya sido su socio: "No, en absoluto. Uno es socio cuando hay un contrato de sociedad. Era amigo de Néstor, como otros amigos de negocios que tenía Néstor".

Entonces, ¿qué vamos a hacer con Néstor? ¿lo vamos a seguir tratando como a un héroe y poniéndole su nombre a las calles o lo vamos a empezar a considerar como el gran corrupto, el fundador, el creador de lo que la Justicia determinó ayer como una red de corrupción dedicada a robarle al Estado?