Villa Allende. (Foto: Municipios y Comunas)

La quinta pata del gato

Yo me cantrifico, tú te cantrificas, Villa Allende se cantrifica

18/12/2024 | 11:53

     

Redacción Cadena 3

Adrián Simioni

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Yo me cantrifico, tú te cantrificas, Villa Allende se cantrifica

Estamos inaugurando un nuevo verbo: "cantrificar", que significa "transformar las ciudades y vecindades tradicionales en un country o barrio cerrado". Es lo que está por empezar a suceder en forma parcial en Villa Allende, tal vez la ciudad de mayor crecimiento de Córdoba en las últimas décadas.

El intendente, Pablo Cornet, intenta, como muchos, responder a la mayor preocupación que le plantean sus votantes: la seguridad. Entonces ha propuesto que desde marzo su ciudad se divida en sectores cuyas calles se cierren con portones de 22 a 6 de la mañana. 

Los vecinos de cada sector sólo accederán a sus viviendas por media docena de calles principales, las únicas que permanecerán abiertas, bajo una fuerte vigilancia de cámaras capaces de reconocer placas de patentes de autos. 

Hasta marzo se harán consultas en cada sector, cuyos vecinos tendrán que pagar una nueva tasa de seguridad según el costo que tenga blindar cada sector urbano y según el tamaño de su propiedad. Cinco mil pesos al mes podría ser el costo mínimo, dicen por ahí, aunque eso parece demasiado barato. La Municipalidad invertirá en esto 600 millones de pesos. Si en un sector un 40% o más de los vecinos se opone, entonces allí no se cantrificará la ciudad.

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La medida no es tan controvertida (como no se cierra por completo la circulación no sería inconstitucional). Lo que tiene es que es muy llamativa, inédita al menos en su escala y, sobre todo, una señal de los tiempos.

Hemos mostrado acá estadísticas según las cuales las ciudades argentinas son las más seguras de América junto a las canadienses cuando se miran las tasas de homicidio. Pero cuando se consideran los robos, los asaltos, el rateo, el pirañaje, el robo de autos y celulares, vivimos un infierno. Cada vez más insoportable.

Y nadie parece tener un plan. Los políticos tiran medidas y ponen en marcha acciones, pero parecen incapaces de contarnos cuál es el sentido último de lo que hacen, a qué estrategia responde, cuál es el plan de fondo. Si lo medimos por la cantidad de bicicletas choreadas cada 100 cuadras, no dan pie con bola.

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Y en ese fracaso, vienen dándose dos tendencias:

-Primero, perdemos los buenos. Es como pasa con muchos municipios y la velocidad del tránsito. Incapaces de controlar la velocidad de los autos con cámaras y multas, los intendentes terminan por destruir los autos de todos transformando lo que deberían ser calles en una sucesión de lomos de burro mal hechos. Pagan los buenos por los malos. Acá es igual: como las policías, las justicias, son incapaces de encerrar a los choros, entonces encerramos poco a poco a los vecinos, y empezamos a limitar la libertad de circulación de los ciudadanos. Empezamos a cantrificarnos de prepo, a la fuerza, porque no queda otra. Con el riesgo de terminar viviendo una sociedad de guetos aislados que se impone no por nuestro deseo sino por la defección y la ineptitud del Estado incapaz de monopolizar la fuerza y hacer cumplir las leyes. Terminamo sinclu

-La segunda tendencia: crece el caos institucional, la confusión de roles y responsabilidades. En la Argentina, la seguridad ciudadana es una función de la que deben encargarse los gobiernos provinciales. Pero como no logran hacerlo, le van tirando el muerto a los municipios (como hizo Llaryora promoviendo la creación de guardias urbanas municipales mientras nos preguntamos para qué entonces está la Policía provincial) y los propios municipios se van haciendo cargo por presión de los vecinos (como pasa en Villa Allende). 

Entonces vemos que hay cada vez más organismos, cada vez más presupuestos, cada vez más impuestos (y ahora también tasas municipales, como en Villa Allende), cada vez más vigilantes, cada vez más distintos tipos de vigilantes (policías, guardias urbanos, guardias privados, armados, no armados), cada vez más autoridades que supuestamente deben coordinarse entre sí (permítanme dudar), y cada vez queda menos claro a quién tendremos que seguir quejándonos, cada vez menos claro quién es el adulto designado para hacerse cargo y responder por la inseguridad que nos saquea a todos cada día, sin que nosotros hayamos escuchado todavía un solo plan sistemático, una sola estrategia que parezca más o menos razonada, abarcativa y lógica.

Seguimos a los manotazos donde cada vez las manos izquierdas van haciendo más o menos lo que les pinta, mientras las manos derechas siguen haciendo más o menos lo de siempre que no sirve, sin que una sepa qué hace la otra.

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