Día de la Tradición: el Martín Fierro cumple 150 años

10 de noviembre

Día de la Tradición: el Martín Fierro cumple 150 años

10/11/2022 | 06:00 | Por Tito Dómina 

Redacción Cadena 3

Esteban Dómina

En 1872, José Hernández, instalado en el Gran Hotel Argentino, en la Buenos Aires asolada aún por los coletazos de la epidemia de fiebre amarilla, dio vida a los versos de “El gaucho Martín Fierro”, obra cumbre de la literatura nacional.

¿Quién era José Rafel Hernández? Hasta hoy, se lo suele presentar como un excelso poeta de las cosas nuestras sin mezclarlo con la política de su tiempo, de la que fue activo protagonista. A lo largo de sus 52 años de vida fue un poco de todo: político, guerrero, parlamentario, masón, comerciante, estanciero, funcionario público, taquígrafo, orador, poeta y periodista. Como Sarmiento, luchó con la espada, la pluma y la palabra; escribió y guerreó con igual fogosidad, aunque del otro lado del mostrador, el de la “barbarie”. No en vano escogió como personaje a un gaucho arrollado por el avance de la “civilización” sarmientina, el otro polo de aquella Argentina binaria.

Pese a las posibilidades que le brindaban su linaje de cuna —Pueyrredón por línea materna— y la educación recibida, fue políticamente incorrecto, apostando sus fichas en el espacio federal, la experiencia que sucumbió en la batalla de Pavón, en 1861, que selló la suerte de la efímera Confederación Argentina. Poco después participó de una nueva tragedia confederada: la batalla de Cañada de Gómez, donde vio de cerca la furia de los degolladores unitarios capitaneados por Venancio Flores.

Decepcionado con Urquiza como muchos federales, convertido casi en un paria, trató de mantener viva, a fuerza de inflamados artículos periodísticos publicados en “El Argentino” y otros medios opositores, la llama de la resistencia provinciana contra el ascenso inexorable del porteñismo duro de Bartolomé Mitre, encaramado a la presidencia. Una epopeya sin destino protagonizada por los últimos caudillos que, uno a uno, fueron arrasados por los sables mitristas: Ángel Vicente Peñaloza, Felipe Varela y, el último, Ricardo López Jordán, cuya algarada de 1870 y su consiguiente fracaso dispersó al federalismo residual, incluido Hernández, que fue a parar al Brasil. 

Regresó en 1872; guardó la espada, y desenvainó nuevamente la pluma, más filosa que nunca: una pluma impetuosa, para nada neutral, comprometida con los tiempos políticos que corrían. “Más sirve a los gobiernos la prensa opositora que la prensa oficial, porque aquella señala siempre los errores y los escollos, mientras que ésta se empeña en facilitar el camino y en obscurecer la verdad que hiere y deslumbra”, escribió en “El Río de la Plata”, el pasquín que fundó para fustigar al presidente Sarmiento.

Una segunda revolución jordaniana —que apoyó con el mismo fervor que la primera— lo devolvió al exilio, donde siguió publicando sus notas contra el gobierno argentino. Volvió durante la presidencia de Nicolás Avellaneda a un país despejado ya de caudillos, donde despuntaba la visión de la Generación del ‘80, de cuya esencia tomó debida nota, como quedó plasmado en “La vuelta de Martín Fierro”, la segunda parte que tiene un tono más reposado y esperanzador que la primera.

En los últimos años de su vida anduvo entreverado en la refundación política de aquellos días enrolado en las filas del autonomismo de la provincia de Buenos Aires, como diputado (entre 1879 y 1882) y senador provincial (desde 1882 a 1886). No cuesta imaginarlo con su metro noventa, la barba poblada y ese vozarrón que retumbaba en el recinto, confrontando en sesiones memorables con Leandro N. Alem por temas urticantes como la federalización de la metrópoli, que Hernández apoyaba y Alem rechazaba con igual ímpetu y talento oratorio.

Murió el 21 de octubre de 1886. Al día siguiente, los diarios de Buenos Aires titularon: “Ha muerto el senador Martín Fierro”, aludiendo a su doble condición de legislador en ejercicio y creador del icónico personaje que lo hizo famoso, plasmando en letras de molde esa poderosa simbiosis entre el autor y su obra cumbre. 

El 10 de noviembre fue instituido como “Día de la Tradición”, coincidente con la fecha de su nacimiento, ese día del año 1834. 


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