El mito sanmartiniano y la gestación de la identidad argentina

Ya en el prólogo, Ismael Arce deja en claro que la figura idílica y romantizada de José de San Martín fue construida para “dotar a la nacionalidad surgida en 1810 de verdaderos padres fundadores”.

“Una nación que comenzaba a organizarse política, material y socialmente requería imperiosamente contar con figuras cuyas vidas y ejemplos sintetizaran las virtudes y valores que dicha nación elevaba a la categoría de dogmas cívicos. Más aún cuando la república comenzó a recibir millones de inmigrantes, desconocedores absolutos de la historia nacional”, argumenta el historiador cordobés. 

Arce desmenuza los aportes en ese sentido hechos inicialmente por Faustino Domingo Sarmiento mediante artículos periodísticos que ponían el foco sobre San Martin. El primero de ellos fue escrito por el sanjuanino en 1841, cuando el militar vivía en Europa.

En 1863, fue Juan María Gutiérrez el primero en publicar una biografía de San Martín, trece años después de su muerte. 

Quien le dio relieve de héroe y de padre de la patria a San Martín fue Bartolomé Mitre, quien escribió “Historia de San Martín y de la emancipación sudamericana”, en 1887. 

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Ricardo Rojas fue el autor del último peldaño literario. En 1933, editó “El santo de la espada”, donde canoniza a San Martín y lo erige en prócer indiscutible de la Argentina. Para ese entonces, el correntino es valiente, desprendido, modesto, bienintencionado; un santo referencial.

Tal es así que desde ese mismo año se instituye el 17 de agosto como el día de San Martín, que a partir de 1938 pasó a ser feriado nacional.

Sarmiento, Gutiérrez, Mitre y Rojas fueron los diseñadores de la figura del prócer máximo de los argentinos.

En su libro, Arce narra la vida de San Martín sin perder la perspectiva humana. Y se pregunta qué manual de teoría estableció que los hombres y mujeres de la historia deben ser “nada más que sujetos de virtudes, inmaculados, sin puntos oscuros ni pasiones”.

En “José de San Martín, el hombre más allá del mito”, el lector encontrará un intento histórico valioso por recuperar la carnadura del militar.

Paralelamente, Arce se propone “armonizar” la exigencia ético-moral que representa el modelo sanmartiniano con nuestra realidad como pueblo, para “convertirnos en una sociedad más justa, honorable, realista y-por ello mismo- posible”.