Especial Malvinas, amadas y desconocidas.

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Malvinas: lo que hay, lo que cambió y lo que sigue igual

27/03/2023 | 09:11

 

Redacción Cadena 3

Sergio Suppo

Las islas Malvinas están ahí, cerca y lejos, para desmentir la sentencia atribuida a Leonardo Da Vinci que dice que no se puede amar lo que no se conoce. Los argentinos aman a las Malvinas, pero muy pocos las conocen. Es un sentimiento colectivo construido por décadas. También un reclamo sostenido por convicción.

La dictadura usó ese sentimiento como recurso para su propia supervivencia. Pero el grave retroceso que significó la guerra de 1982 para lograr el objetivo de recuperar la soberanía de las islas, lejos de apagar esa demanda, acentuó las emociones que despierta en muchos argentinos.

A partir de la derrota argentina y el consiguiente alejamiento de la posibilidad de que Gran Bretaña devuelva el archipiélago, la demanda social se ha reafirmado. Junto a la política de agitar la causa sin contribuir concretamente a lograr el objetivo de recuperar las islas, hubo y hay un bloqueo al conocimiento de la realidad de las Malvinas hoy, sobre todo de su población, de las personas que viven en ellas, de sus ideas y vida cotidiana.

Muchos argentinos prefieren mantener a las islas Malvinas en una nube de sensaciones, algo que no se puede tocar, no se puede ver, no se puede cambiar. Desde el poder se indujo fuertemente esta actitud.

Descubrir la geografía, el clima, la naturaleza, lo rural y lo urbano parecen vedados no solo por la dificultad económica de viajar a las islas para la mayoría de los argentinos, sino principalmente por una intención deliberada que busca ocultar un aspecto de la realidad que, nos guste o no, existe.

No reconocerlo limita nuestra libertad de discernimiento, de evaluar y debatir desde lo político y lo diplomático qué es lo mejor y lo peor para nuestro país, más allá del interés electoral de turno y de los sentimientos de sectores particulares.

En muchos casos, Malvinas se convirtió en un sinónimo del reconocimiento y de la emoción que despiertan las extraordinarias historias de valor y sufrimiento de los combatientes. Ese agradecimiento eterno, válido y sincero, es también utilizado para congelar y reducir al hecho de la guerra todo el complejo fenómeno que nos enfrenta a Gran Bretaña.

El reconocimiento a nuestros soldados, una actitud noble y de sentido histórico de la enorme mayoría de los argentinos, es a veces utilizado como una coartada que trata de impedir la exploración de alternativas y acciones concretas orientadas a que las Malvinas sean recuperadas por la Argentina.

En todo conflicto político o diplomático, las propuestas que se limitan a todo o nada suelen terminar en nada. Para los gobiernos populistas, esta opción es la preferible, porque mantener vigente un conflicto concita la adhesión instantánea de sectores nacionalistas, y cada voto cuenta.

Con esto en la mira, Malvinas fue convertida por el relato encaramado en el poder, prácticamente, en una causa sagrada, cuasi religiosa. La dificultad del objetivo de recuperar las islas y la sospecha de que tal vez la solución pase por algo diferente a la disyuntiva binaria espanta a los políticos sin envergadura de estadistas.

¿Cómo van a quedar en la Historia? ¿Como el gobierno que solucionó el conflicto o el que cedió en esta causa sagrada ante Gran Bretaña? La cobertura que hicimos hace una año en Cadena 3 y el libro escrito a partir de esa experiencia intenta remediar en una pequeña proporción el desconocimiento sobre las islas y sobre el largo proceso de cuarenta años que siguió a la guerra de 1982.

Invita también a reflexionar sobre este conflicto que seguirá vigente en nuestra política exterior muchas décadas más. Llevamos una pregunta en la valija durante varios días a lo largo de nuestro viaje por tres continentes y muchas horas de vuelo hasta arribar por fin a escasos setecientos kilómetros de la costa continental: ¿qué pasó en Malvinas después de la guerra?

Las islas mantienen su geografía arisca y salvaje, en la que la desolación se conjuga con el viento y el frío. Pero el paso del tiempo permite encontrar un paisaje distinto en su geografía humana y política.

La mayoría de los isleños, tanto en la zona urbana de Puerto Argentino (Stanley) como en las estancias del archipiélago, nació después del conflicto de 1982. Contrariamente a lo que se podría presuponer, esto no los distancia de la guerra y de los sentimientos de sus mayores respecto de ella.

La guerra en las islas sigue presente en la memoria y en el presente de su población. El reclamo de nuestro país, como una némesis perpetua, refuerza la identidad que han construido empecinadamente desde 1982. Su actitud siempre irreductible de rechazo a la Argentina tuvo variaciones leves pero notables, según hayan sido los estímulos que recibieron desde nuestros distintos gobiernos durante estos cuarenta años.

Eso es visible hoy y es todavía más evidente si se comparan las experiencias recogidas en viajes de años anteriores.

La sociedad isleña se transformó y construyó una versión de la guerra, lo que ellos consideran su guerra de independencia, que incluye algo que no existía hasta 1982: una épica propia, con héroes civiles, eterno agradecimiento a Margaret Thatcher y a los militares británicos y relatos de valentía y honor.

Hay también un cambio notable desde el punto de vista económico, potenciado a partir de la declaración de la zona de exclusión militar que le permitió imponer por la fuerza la explotación de los recursos pesqueros en el Mar Argentino. Los derechos de pesca transformaron el modo de vida austero anterior a 1982 y hoy permite ver a una población con sus necesidades básicas más que satisfechas, celosa de su estilo de vida, que incorpora migrantes para los trabajos menos calificados y que piensa en el futuro de los hijos en términos de formación educativa en Gran Bretaña.

La lana dejó de ser el único recurso, a la vez que la famosa Falklands Islands Company ya no es la única propietaria de todas las actividades privadas en Malvinas.

Mirar esos cambios ocurridos a lo largo de más de cuatro décadas fue nuestro objetivo, a partir de un recorrido por las islas, por sus paisajes humanos y geográficos.

La cobertura en las islas, como los datos y la revisión de los hechos del pasado, pretenden ser un aporte a la construcción de un proceso de reflexión sobre la disputa entre la Argentina y Gran Bretaña por la soberanía de las islas, que continúa a pesar del ancla que impuso la guerra.

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