Maravillas de este siglo
22/11/2022 | 10:53 |
Redacción Cadena 3
María Rosa Beltramo
Mujer de palabra, la chilena Irina Karamanos cerró las oficinas asignadas a la primera dama, dejó las llaves en la Casa de la Moneda y dispuso que las seis fundaciones que dependían de ella trabajen ahora con distintos ministerios.
La pareja de Gabriel Boric había anticipado su decisión de no ejercer el cargo que la tradición reserva para la mujer del presidente porque, en su opinión, es clasista, poco democrático y no resulta demasiado útil.
Son los norteamericanos quienes se arrogan la creación institucional de la figura de la primera dama, esa especie de ministerio sin cartera que está para acompañar al presidente y cumplir actividades protocolares.
No importa qué tareas esté en condiciones de realizar la mujer que vive con el jefe de Estado; la contribución esencial que de ella se espera es que humanice la figura del que ejerce el poder, que sea una anfitriona gentil y que sonría confiada en esas fotos con escolares que visitan la sede del gobierno.
Es que el cargo está pensado para una esposa y viene de una época con una tajante división del trabajo, basada en cuestiones de género.
Dolley, la esposa del cuarto presidente norteamericano James Madison (1809-1817), fue la primera que recibió el trato de first lady.
Aunque parece que hizo maravillas para reunir en torno de su mesa a políticos enfrentados, lo que más destaca su biografía es que se ocupó de la decoración de la Casa Blanca.
Karamanos, una joven de 33 años, licenciada en ciencias de la educación y antropología por la Universidad de Heidelberg, en Alemania, consideró un auténtico desperdicio ejercer de primera dama.
Su determinación no ha sido comprendida por el oficialismo ni elogiada por la oposición. La sociedad no parece del todo convencida y la prensa no se resigna a la desaparición de una institución que sirve como pocas para tomarle examen al poder.
Cuando Donald Trump reinaba en la Casa Blanca, los fotógrafos acostumbraban ametrallar con sus flashes al mandatario y a su mujer, Melania, buscando siempre algún gesto de tensión en la pareja.
Hay colecciones de instantáneas en las que ella se adelanta o se demora, quita la mano cuando él tiende la suya o clava los ojos en el horizonte cuando él busca su mirada. Melania era una campeona para exhibir su incomodidad pero felizmente para los reporteros, ejerció el cargo a disgusto desde el primero al último día de la administración republicana.
Aunque con los años varias mujeres han llegado a la jefatura de estado, el selecto grupo de primeros caballeros no tiene funciones equivalentes a las de las damas.
A lo sumo, el marido de la premier neocelandeza Jacinda Ardern ha tenido que posar con su hija en brazos mientras su mujer hablaba en la ONU y algo parecido hizo en un encuentro del G 20 el novio de Sanna Marin, la primera ministra de Finlandia.
Joachim Sauer, el marido de la ex canciller Angela Merkel, pasó inadvertido gran parte del prolongado período de gobierno de su mujer y hay apenas unas pocas imágenes de él, vestido de impecable smoking, departiendo con Michelle Obama mientras al lado su mujer y Obama arreglan el mundo.
El breve período en la que en Argentina ofició de primer caballero Néstor Kirchner no cuenta porque él venía de la presidencia y el mandato de Cristina Fernández se veía, casi, como una continuidad.
En Chile, el país donde ahora Karamanos cerró la oficina de PD, está el antecedente de Michele Bachelet que, por ser mujer, presidenta y divorciada, decidió poner a un par de delegadas a ocuparse de las tareas propias de una institución que durante su administración permaneció vacante.
Pero la gran incógnita es qué pasará con la oficina que cerró Karamanos cuando termine el mandato de Boric y llega a La Moneda un nuevo presidente.
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