Vargas Llosa juan al Rey emérito de España, Juan Carlos I.

Maravillas de este siglo

Brillo y decadencia

13/02/2023 | 11:01

Por María Rosa Beltramo.

Redacción Cadena 3

María Rosa Beltramo

Mario Vargas Llosa acaba de añadir a su currículum la condición de custodio de la lengua francesa. No es poco pero tampoco extraordinario para un hombre que recibió el Nobel de literatura, fue honrado con doctorados honoríficos por una decena de universidades y se levanta cada día sabiendo que es el único sobreviviente del boom de la novela latinoamericana.

Su incorporación a la Academia Francesa y el derecho que le asiste a formar parte de los inmortales, es uno de los pocos reconocimientos que le faltaban para trepar a lo más alto de la pirámide del prestigio.

El autor de "La ciudad y los perros" ingresó del brazo de la filósofa Bárbara Cassin, vestido con levita negra con olivos dorados y empuñando la espada Richelieu.

Fue aplaudido por el rey emérito de España, Juan Carlos I de Borbón, su invitado especial. que llegó desde Abu Dabi para acompañarlo y cuya presencia despertó la habitual ola de murmullos que lo persigue como una maldición desde que abandonó precipitadamente España para eludir a los recaudadores de Hacienda y la denuncia de su amante.

Desde la primera fila, en compañía de su hija, la infanta Cristina, el veterano monarca siguió las alternativas de la ceremonia y los pormenores del discurso del escritor peruano.

“La novela salvará la democracia, o morirá con ella”, fue una de las afirmaciones que el flamante académico dejó para la posteridad.

A días de cumplir 87 años, recién separado de Isabel Preysler, el autor de "La tía Julia y el escribidor" logró también el acompañamiento de su familia, incluida su exesposa Patricia a quien ha vuelto a frecuentar tras abandonar la casa que compartía con la madre de Enrique y Julio Iglesias Jr.

La pompa que rodea la designación de nuevos académicos, los trajes de gala, las réplicas de espadas del medioevo y los guardias de honor no consiguieron, sin embargo, desalojar cierto tufillo decadente que se instaló en el ambiente .

Y eso tiene que ver no sólo con la ex y ¿futura? esposa  y sus hijos que lo acompañan con cara de pocos amigos ,como si todavía no estuvieran del todo resueltos a perdonar su ùltima escapada, sino también, y sobre todo, por la presencia del rey emérito.

Es que aunque durante un largo período engalanó cualquier reunión, las revelaciones de los últimos años y su forzada mudanza hirieron de gravedad  su imagen. Esta vez se congratuló  en público de haber logrado que funcionarios del gobierno español se acercaran a saludarlo.

Buen amigo de sus amigos, Vargas Llosa se portó a la altura de lo esperado y no sólo logró sentarlo en primera fila sino sumarlo a la cena homenaje que compartió con el presidente Emanuel Macron y el escritor español Javier Cercas, pero en el ambiente se nota esa incomodidad colectiva que ningún protocolo logra ocultar.

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