Bromistas

Uno tiene 18 años, vive en uno de los más prósperos suburbios de Londres y siempre fue considerado un prodigio. El otro cumplió 16 y habita junto a sus padres en una casa importante en Martínez.

Pese a la enorme distancia, un hilo invisible une las vidas del inglés y el argentino: un extraño y casi enfermizo sentido del humor; aunque cabe la posibilidad de que se trate de otra cosa.

Aditya Verma escribió hace unos meses en una red social "voy a volar este avión, soy un talibán".

Hasta que averiguaron que, en realidad se trataba de un ¿inofensivo ? ex campeón escolar de ajedrez y futuro estudiante de Cambridge, pasaron horas y se montó un dispositivo que incluyó la movilización de un cazabombardero que debió escoltar a la nave amenazada y a su pasaje, mientras sonaban todas las alarmas en un par de aeropuertos.

Por las disposiciones legales vigentes en el país, el adolescente porteño sólo ha sido identificado por la inicial F.

Concretó 8 amenazas de bombas en el colegio Riverside de Acassuso, al que asiste, para lo cual empleó una plataforma de e-mails cifrados ubicada en Suiza.

Además de las horas de clase perdidas y de que dejó sin respiro a las autoridades del establecimiento, la investigación que hubo que montar a raíz de sus amenazas insumió varios días, forzó la convocatoria a efectivos especializados en cibercrimen y llegó a la Interpol.

Semejante marco excede con creces las bromas típicamente juveniles de la que suelen jactarse algunos veteranos y también los tradicionales intentos de provocar la interrupción de las clases cuando hay examen de Matemática.

Lo que hasta ahora ha trascendido del chico argentino tras el allanamiento practicado a su domicilio es el hallazgo de un pequeño arsenal, aunque la justicia dejó trascender que las armas están registradas a nombre del padre del autor de las amenazas.

El dato preocupante es que el alumno del Riverside investigó al al fiscal Alejandro Musso y al secretario penal de la Fiscalía de Cibercrimen. Hay pruebas del stalkeo de ambos, varios días antes de que ordenaran el allanamiento. Conocedor de que era uno de los sospechosos, F procuró borrar sus huellas, mientras espiaba a sus perseguidores.

A diferencia del británico que fue a parar durante 48 horas a una comisaría y tuvo que pagar el equivalente a 10 mil dólares de fianza para recuperar la libertad, el argentino no fue detenido.

Aditya Verma le dijo al juez que lo indagó que sólo pretendía hacer una broma “privada” y que su intención era que vieran su falsa amenaza los amigos que viajaban con él en el vuelo EZY8303. Su madre también le restó importancia al incidente y opinó que era una broma.

Las pericias realizadas a los celulares , computadoras, tablets y otros dispositivos de los familiares de F prueban que él es el único responsable de las amenazas de las que, aparentemente, no estaban enterados sus padres ni su hermano mayor, que también es alumno del Riverside.

Todavía no se brindaron explicaciones pero lo más probable es que si el chico consigue patrocinio legal le recomendarán como argumento excluyente que se juegue por una broma aunque haya tenido un desarrollo impensado y demandado a intervención de la Interpol.