Pablo Alarcón.

Maravillas de este siglo

Contra el olvido y la injusticia

28/08/2023 | 08:15


Redacción Cadena 3

María Rosa Beltramo

Primero apareció Pablo Alarcón en traje de época, monologando en una plaza y dispuesto a aguardar la contribución voluntaria de su sorprendida audiencia. "Me llegó una factura de gas de 17 mil pesos y percibo una jubilación de 70 mil", explicaría después.

Al día siguiente alguien deslizó la noticia de que Jorge Martínez había conseguido, no sin dificultad, una cama en la Casa del Teatro. Y que, felizmente, ya no tendría que vivir en un geriátrico.

Así como los éxitos de nuestros deportistas de exportación suelen tener un efecto balsámico sobre la irritada epidermis del ser nacional, la acumulación de señales del fracaso de la economía y el entramado social genera temor y desasosiego.

Los dos actores son populares, tuvieron su momento de gloria en los 80 y 90 y sus padecimientos actuales están vinculados a la ausencia de ficciones en la televisión abierta, la disminución de la actividad cinematográfica y, sobre todo, a las características de la economía nacional y sus recurrentes crisis cíclicas.

Y no es que el de la cultura y el entretenimiento sea el sector más castigado. Es probable que lo pasen peor los albañiles, los docentes o los empleados de comercio, pero la caída de quienes fueron ídolos populares impacta de otro modo porque afecta el orgullo colectivo.

Desmoraliza a la sociedad porque sus protagonistas se han alimentado durante años del aplauso y las dificultades comunes al resto de la población los han empujado al ostracismo.

Jorge Martínez sigue, canchero, en las emisiones de Volver que todos los días reitera algún capítulo de Rompeportones.

Duele su presente, aunque se encargó de hacer saber que se siente acompañado y protegido en la Casa del Teatro, el lugar donde muchos artistas que disfrutaron del cariño y la consideración de la gente, luchan por sobrevivir.

En el caso del excoprotagonista de La extraña dama es probable que el deterioro físico le haya complicado la existencia al punto de forzar su reclusión.

Muy distinto es el caso de Pablo Alarcón, que desde hace tiempo decidió manifestar su hartazgo y usar su capacidad actoral para apuntalar la protesta.

Por esas cosas extrañas que tiene el destino ha elegido para sus monólogos la plaza Francia, una escenografía de sus años de esplendor.

Justo en ese rectángulo, su personaje, Roberto Caride, conocía a la protagonista de Rosa de Lejos que en los 80 paralizaba al país y lo convertía a él en uno de los galanes más solicitados.

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Más allá de la devaluación y el aumento de las tarifas, Alarcón aclaró que él tiene casa y dos hijas con sus respectivas carreras encaminadas, pero se niega a rumiar su descontento en soledad.

Por eso ha inundado las redes sociales con críticas al gobierno y a la economía y además milita su enojo en la plaza, donde el pasado fin de semana reunió a cientos de seguidores.

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Y además siguió batallando en redes contra el actual Gobierno nacional, convencido de su responsabilidad excluyente en la crisis que vive el país.

Son pocos los actores que han podido usar su talento para la protesta y para reivindicar sus ideas. Él lo consiguió y la gente premia con aplausos su lucha contra la injusticia y el olvido.

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