Demoliciones S.A.

La imagen, típica del cine catástrofe, genera una auténtica fascinación. Es la de un edificio que se adelgaza en la cúpula sobre la que luce el rostro de Eva Perón.

"Este año tenemos la gran oportunidad de recuperar el orden y la libertad. Los porteños merecemos vivir mejor", dice Roberto García Moritán en el preciso instante en que desaparece la cara de Evita y se derrumba, ladrillo por ladrillo y con estrépito, la estructura ubicada en medio de la 9 de julio, fagocitada por una nube de polvo gris.

El video cierra con el nombre del candidato a jefe de Gobierno porteño y el de Republicanos Unidos, el partido que lo postula.

La idea de acabar con la sede del Ministerio de Desarrollo Social no es original ni novedosa pero su actual impulsor sabe que hay pocas iniciativas tan eficaces para instalarse en el centro de la campaña y ganar espacio en los portales.

El hombre que irrumpió en la escena política hace menos de un lustro bajo el paraguas protector y marketinero que reemplazó su nombre por su condición de “marido de Pampita”, no ha pretendido fungir de iconoclasta.

A Eva Perón la borra antes de la implosión y debajo del video aclara que el gobierno nacional debería hacerse cargo de la relocalización de la escultura.

Pero lo real es que primero se esfuma Evita y luego cae el edificio, lo que en opinión del que encargó la simulación, eliminaría automáticamente los piquetes, protestas y acampes, expresiones del desorden que nacen, crecen y se mantienen a la sombra de lo que parece más una maldición que un edificio.

El video que muestra la facilidad con la que el candidato puede restablecer el orden perdido en la capital, es el que hace la diferencia.

Si no fuera por la dichosa implosión, el proyecto no asustaría a nadie. Cuatro años atrás Darío Lopérfido fue al hueso y amaneció un día con la promesa/amenaza de derribar la construcción, pero por motivos más contundentes.

"¿No habría que sacar ese adefesio fascista de la Av. 9 de Julio? El edificio es nacional pero el campo visual es de los porteños. Tiene todas las taras fascistas: culto a la personalidad, desproporción, glorificación autoritaria. Que tengan lindo domingo".

El exvocero de Fernando de la Rúa y exsecretario de Cultura habló de "adefesio fascista", pero el marido de Pampita le bajó el precio, lo dejó en "adefesio" a secas, le quitó todo el sustrato ideológico y señaló exclusivamente su relevancia funcional como generador de "caos, conflicto y anarquía".

Es poco probable que los expertos en demoliciones tengan éxito, pero el protagonismo en una polémica como esta no se le niega a nadie. Y en los próximos días el marido de Pampita fatigará sets de televisión y estudios de radio con nuevos detalles de su fórmula antipiquetes.

Si por esas cosas propias del ser nacional el dirigente dinamitero olfatea que fuera de su círculo de amigos los porteños no se vuelven locos por llenar de escombros la 9 de julio, puede archivar la iniciativa. O presentarla y después votar en contra como hizo en diciembre cuando descubrió que no había caído bien una exigencia sobre la titulación de los profes de Educación Física en los gimnasios.

Marxista de la primera hora - de los de Groucho, no teman -tiene estos proyectos; si no les gusta, tiene otros.