El club de los divorciados

“Nos queremos, nos respetamos y admiramos” dice el mensaje que el presidente de la Nación difundió para comunicar la separación de su pareja. El escrito es parecido al que suelen confeccionar las celebridades cuando después de informar que deben tomar caminos separados por cuestiones inexplicables, prometen que serán siempre familia.

El noviazgo duró alrededor de diez meses, ambos habían asistido unos días atrás a ver un espectáculo juntos y los periodistas que cubrían la gira del jefe de la Rosada por Estados Unidos no sospecharon la inminente ruptura. “Milei pasó la noche en Miami con Fátima” titularon un jueves pero cuando se despertaron el viernes tenían el comunicado formal sobre la separación, de puño y letra del interesado.

El presidente se sumó sorpresivamente al equipo de los divorciados, un sector que se reforzó en los últimos tiempos con la incorporación de jefes de estado que para la mayoría de sus conciudadanos parecían disfrutar de relaciones fructíferas y armoniosas.

Para empezar por uno de los extremos del continente americano, a mediados de 2023 fue el premier canadiense Justin Trudeau el que puso fin a 18 años de matrimonio con Sophie Grégoire . En consonancia con el estilo de moda proclamaron en forma conjunta “seguimos siendo una familia cercana con un profundo amor y respeto por cada uno”.

Justin Trudeau el que puso fin a 18 años de matrimonio con Sophie Grégoire

A ambos lados de la Argentina , en la otra punta, también prendió la semilla de la discordia. Después de varias idas y vueltas, Luis Lacalle Pou dejó a su Uruguay natal sin primera dama.

Fue en mayo de 2022 cuando se inició un proceso que, en los términos del artículo 187 del Código Civil oriental, requiere de tres audiencias para concretar el divorcio. Pasó el tiempo, hubo algunos reencuentros en ocasión de fiestas patrias, pero Luis y Lorena Ponce de León rompieron y él se convirtió en el primer presidente en divorciarse durante el mandato que le habilitaron las urnas.

Luis Lacalle Pou y Lorena Ponce de León rompieron y él se convirtió en el primer presidente en divorciarse durante el mandato.

Al oeste, en Chile, Gabriel Boric, el joven mandatario trasandino parecía tener una relación idílica con Irina Karamanos, militantes ambos de espacios políticos complementarios. Ella llegó, inclusive, a alimentar una polémica recurrente en los últimos tiempos al manifestar que quería de algún modo deshabilitar el rol y la institución de primera dama porque le parecía un costoso anacronismo.

Boric también se separó de su pareja, Irina Karamanos

Dio los primeros pasos para lograrlo pero no consiguió cambios significativos porque a fines del año pasado en el mensaje más tierno y encendido de los que se conocen para comunicar rupturas, Boric sostuvo que “hace un par de semanas decidimos separar nuestros caminos en lo relativo a nuestra relación de pareja”.

Y para explicar los motivos, señaló que era “por visiones distintas sobre el futuro íntimo”. Para no dejar especulaciones libradas al azar aseguró que Irina era una mujer extraordinaria y “nos queremos infinito”.

Y añadió: “Para los apostadores de posibles miserias ajenas, les cuento que estamos bien, que ninguno de los dos tiene otras parejas y todo ha sido conversado largamente como dos personas que han vivido juntos los años más intensos de nuestras vidas”.

Y mientras los mandatarios más jóvenes optan por el divorcio, el veterano Luiz Inácio Lula da Silva, el hombre fuerte del país más grande de la región, ratificó su fe en el matrimonio y se casó por tercera vez a sus 76 años.

La elegida fue la socióloga Rosângela da Silva -apodada Janja- militante del PT desde mucho antes de conocer a Lula y 21 años menor que su famoso marido.

Pero lo real es que el porcentaje de divorcios de los jefes de estado del continente supera con creces la media habitual para esta altura del siglo. Debe ser cierto que el poder es un elixir que los dioses han creado para que se disfrute en soledad.