Maravillas de este siglo
02/09/2023 | 08:31
Redacción Cadena 3
María Rosa Beltramo
Mariano agonizó en la tele el jueves, a la hora que el país se pone en marcha. Mientras en cada casa alguien vigila que no hierva el agua para el mate, otro busca la mochila y un tercero calcula el tiempo para llegar a la parada del colectivo.
Las pantallas muestran el interior de un local comercial con poca gente, varias mesas de madera clara desocupadas frente a una gran vidriera y un hombre que camina con dificultad, se dobla y cae.
Se llama Mariano Barbieri, tiene 42 años, ha sido padre hace un par de meses y acaba de recibir una puñalada del que le robó el celular.
"No me quiero morir" aseguran que alcanzó a decir en el piso de la heladería de Palermo a la que entró buscando ayuda. La ambulancia llegará enseguida pero no hay nada que hacer. El corazón de Mariano se detendrá a poco de llegar al hospital Fernández.
Miles de personas que se apuran para llegar a tiempo a su trabajo o preparan a los chicos para llevarlos al colegio ven una y otra vez, reiterada hasta volverla irreal, la imagen del hombre que se desploma.
La herida no es visible y tampoco se advierte que pierda sangre. Nadie sabe, todavía, que está presenciando los momentos finales de la vida de un hombre.
/Inicio Código Embebido/
Mirá también
Inseguridad en Buenos Aires
/Fin Código Embebido/
La información demora algunos minutos pero después llegará en cascada. Mariano Barbieri era ingeniero, lo asaltaron en Palermo para robarle el celular y vaya a saber por qué también decidieron asesinarlo. Fue un cuchillazo certero en el tórax.
Todavía no se cumplió un mes del crimen de Morena Domínguez, en Lanús. La nena tenía 11 años y la golpearon en el vientre para quitarle el teléfono.
La tele también reprodujo el homicidio que quedó registrado en blanco y negro por una cámara de seguridad. Igual que Mariano, Morena murió cientos de veces en el rectángulo de una pantalla que durante un par de días reunió testimonios y demandó justicia.
Ni aquella muerte ni esta tienen sentido. Los ladrones pudieron en ambos casos apoderarse de los teléfonos y marcharse.
Si se hubieran conformado con los celulares en lugar de cobrarse dos vidas probablemente los robos ni siquiera hubieran engrosado la estadística de la inseguridad porque, ya se sabe, poca gente denuncia ese tipo de sustracción.
Hace unos pocos días en estas mismas páginas se publicó un informe sobre el robo de celulares en Córdoba, pero los crímenes de Morena y Mariano ocurrieron en otra geografía. A principios de año se difundió un documento sobre inseguridad y violencia desarrollado por la ONG Defendamos Buenos Aires.
/Inicio Código Embebido/
Mirá también
Maravillas de este siglo
/Fin Código Embebido/
El resumen abarca desde el 15 de noviembre de 2022 hasta el 15 de enero de 2023 y consigna que un promedio de 10 mil teléfonos celulares fueron robados por día en ese lapso en el Área Metropolitana de Buenos Aires. Javier Miglino, el abogado que dirige la ONG que elaboró la estadística sostuvo que "el negocio del robo de celulares involucra a miles de criminales y millones de pesos y cualquier mal entendido termina a los tiros".
Según el especialista, el panorama se agravó con el surgimiento de los desarmaderos de teléfonos, cuyas partes y repuestos cotizan en dólares.
Hasta allí es posible rastrear y establecer responsabilidades que, un escalón más abajo, se difuminan.
Son multitudes los que creen tener derecho a conseguir un celular más barato, sobre todo si al anterior se lo arrebataron.
Hay que saber, sin embargo, que muchos de los que se ofrecen en algunos de esos circuitos “alternativos” están manchados de sangre.
Te puede Interesar
Maravillas de este siglo
Después de muchos años sin niños, la Quinta de Olivos, residencia oficial de los mandatarios argentinos, recuperó las voces y los pasos infantiles durante los dos últimos períodos presidenciales.
Inseguridad en Buenos Aires
Luego de la declaración de un testigo que llamó al 911 se pudo identificar a una persona mediante las cámaras de seguridad. Además, confirmaron que había sangre humana en el cuchillo secuestrado.