Maravillas de este siglo
19/08/2020 | 07:58 |
María Rosa Beltramo
El virus que irrumpió en el universo nacional cuando expiraba el primer trimestre de un año que nadie podrá olvidar, obligó a reprogramar la televisión, acabó con algunas ficciones e inundó todos los espacios informativos con la omnipresente prepotencia de la pandemia. Al final del verano, la enfermedad era una referencia lejana y los cuidados que se insinuaban parecían excesivos.
De ese tiempo son los primeros protocolos y el trabajo a distancia de los cuales se hablaba sin pausa en los espacios que tuvieron primero algún contagiado detrás de cámaras y ahora sufren la ausencia de conductores y panelistas estrella. Tal como lo anticipaban los entendidos, resultó imposible blindar los lugares de trabajo para mantener el Covid fuera. La condición de los que se enfermaron no modificó un ápice la postura que exhibieron desde el comienzo, donde la proximidad o la lejanía ideológica con los que gobiernan determinó la aprobación o el rechazo de la cuarentena.
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Hasta el momento, todas las figuras de la televisión que se contagiaron han podido superar la dolencia sin problemas más graves que los que genera una gripe. Lizy Tagliani, Andy Kusznetsoff, Alejandro Fantino y Mauricio D Alessandro, entre otros, tuvieron breves internaciones o se recuperaron después de aislarse en su propio domicilio durante un par de semanas.
De ese grupo, es el abogado, ex juez de un reality humorístico y ex diputado bonaerense Mauricio D Alessandro el que más objeciones ha puesto a la cuarentena, criticado a sus mentores y anticipado consecuencias gravísimas para la economía y la sociedad. Lo hizo aún cuando dejó de concurrir a los estudios de América porque su esposa había dado positivo de Covid-19 y lo mantuvo aunque con menor virulencia, cuando enfermó él.
Él sólo permaneció alejado de la pantalla durante un par de días y volvió sin rastros de la enfermedad, pero su relato sobre el coronavirus contribuyó a reforzar los que algunos negacionistas quisieron instalar, como lo hicieron al principio Donald Trump o Jair Bolsonaro.
Es verdad que el mismo canal donde el panelista de Fantino a la Tarde -ahora sin Fantino por coronavirus del conductor- habla de su “dolorcito” muscular y “tosecita”, muestra en otros segmentos informativos el riesgo de colapso del sistema sanitario, pero lo cierto es que esa necesidad que las celebrities tienen de cancherear en medio de la adversidad, contribuye a hacerle creer a la gente que la enfermedad es casi un chiste.
Y así como el avance de la enfermedad no ha logrado que se modifiquen las posturas iniciales más vinculadas a lo político que a lo sanitario, hasta algunos infectólogos han elegido alinearse a favor o en contra de la cuarentena más por cuestiones ideológicas que por evidencias científicas.
Esos médicos que en el sexto mes de la pandemia tienen más horas de televisión que Tinelli en épocas del Bailando, eran en marzo comunicadores novatos que dudaban entre usar términos técnicos o tratar a la audiencia como chicos del primario. Ahora saben cómo mirar a cámara, qué ponerse si los invitan al set o qué sector de la biblioteca mostrar si salen desde la casa, pero como cualquier mediático acomodan las opiniones sobre el virus, la vacuna y la cuarentena pensando más en el hecho político que en la salud.
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