En su corcel…

Ni sus más acérrimos detractores van a recriminarle a Milei sus afirmaciones sobre la excelencia de Luis Caputo. Es el ministro de Economía de una gestión que apuesta su futuro a domar la inflación y el marketing que lo acompaña resulta natural para oficialistas y opositores.

Es probable, en cambio, que hasta a los libertarios de la primera hora les parezca excesiva la apropiación que el jefe de Estado hizo de una figura amada por argentinos de cualquier ideología, edad y condición social .

Dispuesto a llevar agua para su molino, en la misma reunión de la Bolsa de Comercio en la que le atribuyó estatura de super ministro a Caputo, se despachó con un extraño panegírico de El Zorro, merecedor para él de los más encendidos elogios por su condición de "anarquista de mercado".

La ocurrencia de sindicar al alter ego de Diego de la Vega como "anarco capitalista" no tiene una justificación muy directa para la mayoría de las personas, pero se relaciona con cierta lógica típica de un presidente afecto a algunas analogías difíciles de olvidar.

Quien no recuerda la vez que aseguró que "el Estado es el pedófilo en el jardín de infantes, con los nenes encadenados y bañados en vaselina”.

Por lo menos esta vez no dejó para la posteridad imágenes tan desagradables.“El Zorro no defendía solamente la propiedad privada sino además el bienestar de los que vivían en la ciudad porque básicamente los cuidaba” explicó.

La lucha contra la injusticia y la corrupción del espadachín más famoso de la Baja California fue asimilada por el presidente como un intento de destrucción del estado.

A imaginativo no le gana nadie. El adora al “justiciero” que en cualquier momento se carga a media administración pública.

El resto de la humanidad admira a El Zorro porque defiende a los desposeídos.

Y además, claro, sucumbe al contraste entre el señorito con cierta inocultable fama de cobarde y el enmascarado capaz de enfrentar a una partida policial, vencerla y mandarla de vuelta a casa con la ropa hecha jirones y una soberbia z en la espalda.

Milei dijo que el personaje creado por Johnston McCulley en la segunda década del siglo pasado le resulta “fabuloso”, una opinión que comparte seguramente con los que han crecido viendo la serie o devorado las versiones cinematográficas.

Pero al presidente no lo encandila el héroe de capa y espada. El dice que está fascinado porque “en el Zorro no hay dinero papel”.

Y explica , “cuando venía alguien del puerto a comercializar no solamente traía mercaderías sino que traía oro. Era como que llevaba una etiqueta en la cabeza diciendo ‘tengo oro’. Era como un penal sin arquero, porque los delincuentes sabían que ahí había oro”.

Y después viene el giro complejo e inesperado. “El Zorro combatía a esos delincuentes. Si los delincuentes hubieran sido exitosos, el comercio de la ciudad hubiera caído y la calidad de vida les hubiera empeorado fenomenalmente”.

Y todavía faltaba el perfil tributario.

“Se peleaba con el Capitán Monasterio y los demás que le cobraban impuestos. Un héroe total, un personaje fabuloso”.