Maravillas de este siglo
21/03/2023 | 09:00
Redacción Cadena 3
María Rosa Beltramo
Una forma clásica de evaluar la calidad de una historia de ficción suele ser establecer su verosimilitud y sus puntos de contacto con la realidad. Cuando un relato que es fruto exclusivo de la imaginación se hace carne en la gente como si de veras hubiera existido puede hablarse de una narración exitosa.
El teatro y el cine acaban creando personajes y vínculos absolutamente verdaderos. En los lejanos 60 cuando los actores de radioteatro abandonaban la seguridad del estudio para realizar presentaciones en el interior, había que estar atento a la presencia de justicieros locales que más de una vez amenazaban con romperle la cara al tipo que se interponía entre la protagonista y el héroe.
Hubo una época en la que la preocupación más grande del comisario del pueblo era que las compañías encabezadas por los hermanos Kloner, de Córdoba, o Bernardo de Bustinza de Rosario actuaran, disfrutaran del aplauso y se fueran sin novedad. En uno de esos elencos el maldito de antología era el Tigre Rocamora, un ser despreciable, de voz grave y con una risa destemplada que erizaba la piel, al que en todas partes se la tenían jurada.
Y más de uno que oye el relato piensa en la ingenuidad de la gente de tierra adentro. Pero en realidad los malos de película generan lo mismo en un paraje de 500 habitantes y en Los Angeles o Nueva York.
La CBS tuvo que contratar guardaespaldas y un helicóptero para que Larry Hagman se marchara tranquilo de las locaciones donde se rodaron entre 1978 y 1991 los 398 episodios de Dallas. El actor encarnaba a JR Ewing, el más cruel y despiadado de los antihéroes, que a pura maldad se convirtió en el protagonista excluyente de la serie. Y había muchos fanáticos que lo querían matar.
Pero si hay que medir la importancia de la ficción en la vida diaria, nada como recordar la avalancha de inscripciones en las academias de vuelo que generó en 1986, Top Gun. Sin invertir un centavo en la promoción de sus escuelas, las fuerzas armadas de Estados Unidos recibieron a miles de aspirantes que querían ser pilotos como Pete Maverick Mitchell (Tom Cruise) y Tom Iceman Kazansky (Val Kilmer).
Dicen, incluso, que a los que fueron seleccionados e iniciaron su preparación formal hubo que hacerlos “desaprender” expresiones y formas de operación en vuelo, inexistentes en la realidad pero que instalaron como ciertas los guionistas Jim Cash y Jack Epps Jr.
Más allá de las sonrisas que generan los espíritus simples que se creen las maldades de película, asumir como verdadero lo que es ficción puede traer problemas serios. Sharon Stone, la recordada protagonista de Bajos Instintos acaba de revelar que su participación en esa película hizo que perdiera la tenencia de su hijo.
El film del realizador Paul Verhoeven es de 1992 pero 12 años después, cuando tras su divorcio, la actriz peleaba la custodia de Roan con su ex marido , el juez de la causa,todavía impactado por las escenas que la hicieron famosa en todo el mundo, dispuso que el niño quedara a cuidado del padre.
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Antes de fallar a favor de Phil Bronstein, el magistrado pidió que le acercaran al nene y le preguntó, como si se tratara de un adulto,” ¿sabes que tu madre hace películas de sexo?”.
Y eso que no se trata de un ingenuo espectador de una localidad del interior profundo, sino de un representante de la justicia estadounidense.
Es cierto que Sharon Stone en el rol de Catherine Tramell hizo historia con un cruce de piernas inimitable pero, que se sepa, eso sólo era un rol cinematográfico. Michael Douglas, como el teniente Nick Curran también dio cátedra de sensualidad pero no tuvo que soportar que ningún magistrado lo confundiera con su personaje.
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