Maravillas de este siglo
13/03/2023 | 09:48
Redacción Cadena 3
María Rosa Beltramo
No pasa una semana sin que aparezcan en distintos sitios web, recomendaciones para hacerse rico o para ser feliz de cualquiera de los gurúes planetarios del siglo XXI.
Los más consultados son Elon Musk (SpaceX, Tesla y SolarCity), Bill Gates (Microsoft) y Mark Zuckerberg (Facebook-Whatsapp).
Gates, un maestro de las máximas, acuñó un listado de consignas breves y contundentes y bastante fáciles de recordar, aunque su utilidad puede resultar discutible por su carácter excesivamente genérico.
“La vida no es justa. Acostúmbrate a ello”, “Preparar hamburguesas no es un trabajo indigno de ti", "el éxito es un pésimo consejero" y “tus clientes más insatisfechos son tu mejor fuente de aprendizaje", sostiene la parte medular de su decálogo.
Por su parte, el sudafricano que el último año resignó el primer lugar en el podio de los más ricos del mundo recomienda "tratar de ser útil", "contribuir a la sociedad", "el único objetivo no es ser líder", "leer y aprender" y "mantener conversaciones con personas diferentes".
También es conciso y terminante el creador de Facebook. Él aconseja: "enfócate en tu misión", "sé humilde", "cree en tu proyecto", "innova" y "deja huella".
Aunque la gente está acostumbrada a que conviertan en oro todo lo que tocan, de vez en cuando trascienden también fallidos, renuncios y equivocaciones que alcanzan apenas para humanizarlos y comprobar que no son extraterrestres.
Musk está en la cuerda floja desde su última operación, la compra de Twitter, y la catarata de decisiones entre arbitrarias y brutales que adoptó para mejorar la empresa, que incluyeron despidos de personal.
Encima ha revelado que trabaja 17 horas por día, que tiene problemas para dormir y cuando tuvo que describir su idea de la felicidad dijo "Un poco de vino tinto, un disco vintage, un poco de Ambien... ¡y magia!".
El tema es que Ambien es un sedante que puede provocar pérdida de memoria, depresión y desorientación.
Gates ha hablado muchas veces de la administración inteligente del tiempo y ahora ha reducido algo sus horas de trabajo en la fundación que ordena su labor humanitaria, pero hace poco admitió que en el momento de mayor desarrollo de Microsoft él descuidó su tarea intentando bajar el tiempo de un juego, el buscaminas, al que se había hecho adicto.
En cuanto a Zuckerberg, desde que la creación de la red social lo convirtió en una celebridad, hace gala de esa clase de normalidad extraña que exhiben los poderosos.
“En realidad quiero aclarar mi vida para hacerla sencilla y así tener que tomar la menor cantidad de decisiones posibles sobre cualquier cosa excepto la forma de servir mejor a esta comunidad”.
“Siento que no estoy haciendo mi trabajo si gasto energía en cosas tontas y frívolas sobre mi vida”.
Semejante declaración la formuló al sólo efecto de justificar la compra excluyente de remeras grises porque no quiere perder el tiempo que le demandaría elegir si tuviera de otros colores.
Pero como se ve, aunque hayan nacido con una excepcional capacidad para la invención y los negocios no pueden evitar tener problemas como cualquier ser humano menos imaginativo y exitoso.
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