Maravillas de este siglo
27/03/2023 | 10:19
Redacción Cadena 3
María Rosa Beltramo
No alcanza la estatura de un incidente diplomático aunque ocurrió en una embajada, pero la cancillería nacional debería pedirle al jefe de su legación en Roma que, en lo sucesivo, resuelva sus conflictos en privado y se olvide de hacer catarsis a través de las redes sociales.
Lo sucedido se parece a un problema de consorcio, visto desde la perspectiva del siglo XXI, o de conventillo, con una mirada más conservadora.
Nadie tiene todos los datos ni conoce en profundidad las motivaciones pero en resumidas cuentas Roberto Carlés, el embajador en Italia, se indignó porque Mempo Giardinelli le pidió alojamiento para él y su esposa y cuando recibió una educada negativa se despachó con un mensaje que incluyó expresiones insultantes, indignas de un intelectual.
Hasta ahí todo podría haber quedado en un intercambio subido de tono entre el diplomático y el escritor, pero Carlés enloqueció con la respuesta del chaqueño y decidió tomar venganza en sus redes, el lugar justo para poder alegar que el posteo es personal y, sobre todo, para garantizar que se enterara todo el mundo.
Y arrancó "Lamentable que haya personas que se crean con derecho a alojarse en una embajada, por su curriculum o por tener un cargo público y, peor aún, que se ofendan y envíen mensajes insultantes".
Lo mejor del hilo de Twitter y lo más gracioso vino a continuación, cuando escribió: “No daré jamás el nombre...", manifestación que sirvió como santo y seña para que los que todavía no se habían interesado en el asunto averiguaran en los siguientes 5 minutos que se trataba del autor de "Santo oficio de la memoria".
Pero volviendo al conflicto, la calentura del diplomático aparenta tener origen en lo que consideró un exceso de garronería porque si alguien pide alojamiento por un día, vaya y pase, pero ¿nueve?.
Cuando Giardinelli ya estaba en boca de todo el mundo, negó la supuesta solicitud y hasta explicó que necesitaba una sola noche por la cercanía del edificio consular con el aeropuerto ya que debía brindar una charla el 23 y tenía vuelo de regreso para el 24.
A esta altura de los acontecimientos poco importa si el pensador alfonsinista devenido kirchnerista pidió alojamiento breve o extendido y si Carlés es de reaccionar siempre como leche hervida o si se la tenía jurada a Mempo desde antes y encontró la excusa justa.
Lo que está clarísimo es que tenga o no razón lo último que debe hacer un diplomático es generar escándalos, tanto si está jugando en la interna del partido gobernante como si creyó llegado el tiempo de mostrarse como un cruzado en la defensa del patrimonio nacional.
Gracias al incidente se supo que los últimos tres ¿invitados? en alojarse una o dos noches en la embajada fueron el guionista Mariano Llinás, el humorista Miguel Rep y la cantante Patricia Malanca.
El edificio está en obras desde hace tiempo, no tiene un sector independiente para huéspedes y cualquier presencia extraña podría importunar los desplazamientos de Roberto Carlés, su esposa y los tres hijos del matrimonio.
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